En los capítulos de la serie televisiva House, el Doctor Gregory House se enfrentaba a lo que él llamaba casos; al eternamente amargado y sagaz doctor, no le interesaba tener pacientes comunes, con resfriados o problemas de colesterol, a House le fascinaban los casos clínicos complejos, en los que un paciente sufría una enfermedad con síntomas que no explicaban a las claras el origen de su dolencia. Males surgidos de una oscura trama de factores múltiples que envuelven la vida del paciente, con causas que van desde su herencia genética, hasta los hábitos más secretos e íntimos del enfermo.
Para encontrar las causas de los síntomas y el origen de la enfermedad, el doctor Gregory House empleaba las destrezas y talentos de su equipo médico y los flamantes y vanguardistas equipos de diagnóstico y laboratorio disponibles en su moderno hospital. Pero además, y es el caso que nos ocupa, House incluía en sus pesquisas un factor que habitualmente no contempla nuestro médico de familia, en los protocolos de House también estaba prevista una visita a la casa del paciente.
Lo habitual es que nuestro médico nos pregunte sobre nuestra dieta, si sufrimos algún tipo de estrés social o laboral, qué medicamentos podemos estar tomando, pero lo que nunca nos preguntará, es dónde vivimos o trabajamos. Realizará pruebas médicas y análisis clínicos con objeto de conocer nuestro estado físico y localizar factores endógenos o hábitos insanos.
Hará recomendaciones para impedir que hábitos, alimentos o circunstancias estresantes y nocivas no nos enfermen. Pero no nos preguntará cómo es nuestra cama, nuestro dormitorio, nuestro barrio. Si vivimos cerca de un transformador urbano, si la cocina se encuentra detrás de la pared de nuestro cabecero de la cama, si hay mucho ruido, si la instalación eléctrica es muy antigua, si vivimos en una zona granítica, o de qué están hechos los suelos de nuestra vivienda. Tampoco enviará a un analista a averiguar cómo son en realidad todos esos factores para conocer qué influencia pueden llegar a ostentar en nuestra salud y en la de nuestras familias.
En la ficción, House enviaba al Dr. Eric Foreman a casa del enfermo con un maletín de equipos de análisis ambiental para averiguar hasta qué grado la casa del paciente tenía algo que ver con su enfermedad. ¿Pero su médico le ha recomendado alguna vez la visita de un analista en salud geoambiental a su hogar? Seguro que no, pero no es por desinterés o por falta de pericia en el ejercicio de su profesión. Sencillamente, la salud y su relación con el hábitat todavía es una idea demasiado nueva como para haber calado profundamente en nuestra sociedad. Los cambios sociales importantes llevan mucho tiempo de asimilación para la mayoría, y tenemos muchos ejemplos a lo largo de la historia, no hace falta recordarlos ahora.
LOS MÉDICOS Y PROFESIONALES DE LA SALUD EMPIEZAN A TENER EN CUENTA EL HÁBITAT DEL PACIENTE COMO COFACTOR O FACTOR DIRECTO EN LOS PROBLEMAS DE SALUD
En la actualidad, cada vez son más los médicos y profesionales de la salud que empiezan a tener en cuenta el hábitat del paciente como cofactor o factor directo en los problemas de salud que sufren sus pacientes. La idea comienza a calar y deja de ser solo un recurso ingenioso en una serie de ficción con una trama médica de fondo.
La salud geoambiental estudia nuestro entorno inmediato para conocer aquellos factores que pueden tener influencia en nuestra salud y buscar las soluciones más adecuadas para corregir los factores de riesgo con los que convivimos.
No olvidemos que nuestros hábitos cotidianos además acontecen en lugares, algunos tan importantes para la conservación de la salud como es dormir, siempre en el mismo sitio, durante seis u ocho horas, todos los días, y durante muchos años. Pasamos un tercio de nuestras vidas durmiendo, sin olvidar que también solemos trabajar, estudiar y comer en el interior de los edificios, que nos ofrecen protección, salud y confort. Pero en algunos casos pueden tener algún aspecto geoambiental con toxicidad específica, igual que puede ocurrir con algunos alimentos, con las situaciones
psicosociales o con los hábitos de vida malsanos.
MUCHAS ENFERMEDADES SON EL RESULTADO DE ESTAR SOMETIDOS A UNA INFLUENCIA NEGATIVA DEL ENTORNO
Habitar, también es hábito, y es en este hábito donde resulta fundamental la aplicación de la salud geoambiental como herramienta de diagnóstico y de tratamiento de las enfermedades que sufrimos. Desde la visión que nos ofrece esta disciplina técnico-científica podemos encontrar soluciones de gran alcance a nuestra salud, identificando y eliminando factores de carácter geofísico, físico o químico presentes en nuestro entorno. Es labor de todos aumentar la conciencia sobre un concepto nuevo que puede ayudarnos a prosperar como especie y a disfrutar de una mejor calidad de vida, venciendo los nuevos obstáculos gracias a un conocimiento del medio en el que vivimos más amplio que el que hemos manejado hasta hace poco.
Un estudio de salud geoambiental tiene por objeto encontrar y medir factores de riesgo físico, geofísico y químico que ejercen su influencia sobre la salud humana en el interior de los edificios y así poder cambiar los diferentes acontecimientos con carácter insano por otros sistemas o materiales que transformen los espacios en el interior de los edificios en lugares prósperos y saludables.
Muchas enfermedades son el resultado de estar sometidos a una influencia negativa del entorno. Su impacto en la persona está relacionado con la intensidad del elemento agresor, el tiempo de exposición y el estado del sistema inmune de la persona expuesta. Las últimas investigaciones están poniendo en evidencia el efecto sobre las personas de multitud de tóxicos y radiaciones con los que convivimos en nuestra vida cotidiana. Así mismo se han abierto nuevos frentes de investigación al descubrirse interacciones con nuestros sistemas nervioso, endocrino, inmune, etc.
Nosotros creemos que los factores ambientales deben tener una importancia creciente en el diagnóstico. En la Fundación para la Salud Geoambiental se analiza a través de modernos sistemas y equipos especializados si la persona está sometida a las influencias de campos electromagnéticos artificiales, campos geofísicos naturales con carácter geopatógeno o tóxicos ambientales de origen natural o artificial. Para ello se realizan análisis en el domicilio del paciente, y en especial en la habitación donde duerme, que es donde más tiempo pasa y donde suele estar el impacto ambiental más fuerte actuando sobre su salud.
*Si desea conocer más sobre salud geoambiental puede visitar la web: www.saludgeoambiental.org y conocer mejor el trabajo y proyectos de ayuda y divulgación sobre los diferentes factores de estudio de la salud geoambiental.
FERNANDO PÉREZ FERNÁNDEZ, Vicepresidente de la Fundación para la Salud Geoambiental
Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº13