Aunque es probable que mucha gente ni siquiera haya oído hablar de esta sustancia y su nombrecito le suene a chino, la mayor parte de los occidentales tenemos ya bisfenol A en nuestro cuerpo y podría estar causando estragos en la salud de muchas personas.
El bisfenol A es una sustancia que está presente en plásticos ampliamente usados como el policarbonato y, frecuentemente, en resinas epoxi que recubren el interior de muchas latas de comida y bebida. ¿Quiere usted comer un poquito de bisfenol A? habiéndose documentado que migra desde tales superficies interiores hacia el alimento contenido en ellos. Esta última circunstancia es, precisamente, uno de los elementos principales de preocupación ya que se sabe que la alimentación es la principal vía de llegada de este contaminante a nuestro organismo. Sin embargo, hasta ahora, la única medida acometida a nivel europeo ha sido eliminar el bisfenol A en los biberones infantiles. Mientras, persiste en muchos otros materiales en contacto con alimentos como pueden ser las latas citadas, que pueden ser una fuente de contaminación no solo para los adultos sino también para niños y, lo que es aún más preocupante, para los fetos en desarrollo dentro de mujeres embarazadas.
Centenares de estudios científicos han asociado esta sustancia, incluso a niveles bajísimos de concentración, a posibles efectos sobre el aparato reproductor o el desarrollo del cerebro, diabetes, enfermedades cardiovasculares o, entre otras cosas, probablemente, algunos cánceres. Niveles de concentración frecuentemente semejantes a aquellos a los cuales, de hecho, dicha sustancia es detectada ya en los cuerpos de un amplio porcentaje de los occidentales.
Más del 90% de los estudios realizados con financiación pública concluyen que el bisfenol A puede causar efectos. Solo unos pocos estudios, pagados por la propia industria interesada, dicen lo contrario.
Los expertos, ante la evidencia científica existente, piden que se aplique el Principio de Precaución reduciendo la exposición humana a este contaminante, dentro de lo cual es clave eliminar la principal vía de exposición humana al más estudiado de los contaminantes hormonales. Esto es, la vía alimentaria.
Todo ello está en consonancia con el reciente informe de la Organización Mundial de la Salud sobre los efectos de los disruptores endocrinos, esto es, las sustancias que —como el bisfenol A— pueden causar alteraciones en el equilibrio hormonal del organismo. Informe que solicitaba que se redujese la exposición a este tipo de sustancias.
Dentro de esas actuaciones que la comunidad científica reclama para proteger la salud humana de la amenaza de los disruptores endocrinos, asociados al auge de múltiples problemas sanitarios (desde los problemas de fertilidad al cáncer, pasando por otros muchos), el asunto del bisfenol A es clave. Porque el bisfenol A es el disruptor endocrino más estudiado y sobre el que los científicos han intentado hacer más presión sobre los políticos a fin de que se adopten medidas.
Lo que se consiga con el bisfenol A puede marcar lo que luego suceda con otras muchas sustancias que actúan como disruptores endocrinos. Están en juego importantes temas como el reconocimiento de que estos contaminantes causan efectos a niveles muy bajos de concentración. Frecuentemente mucho más bajos de lo que establecen los supuestos niveles “seguros” que dictan agencias como la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Entidad en la que se han denunciado escandalosas circunstancias de conflictos de interés, esto es, de presencia en sus órganos de evaluación y decisión, de personas ligadas a las industrias que debieran ser controladas.
Que agencias como la EFSA ignoren lo que están diciendo cientos de investigaciones científicas realizadas frecuentemente por los más prestigiosos expertos mundiales en el tema y publicadas en revistas científicas del máximo nivel a la vez que presta atención a unos pocos estudios dudosos financiados por las propias industrias, está creando una gran indignación en la comunidad científica.
Francia, país con una Ciencia de primer nivel en estos asuntos, decidió hacer lo que la EFSA no hacía y encargó una evaluación de los riesgos del bisfenol A a sus entidades sanitarias competentes que, tras revisar centenares de estudios, publicaron unos informes que sirvieron de base para las contundentes medidas que anunciaría la nación gala.
En diciembre de 2012 la Asamblea Nacional francesa, por 348 votos a favor y solo dos en contra, resolvió eliminar la sustancia en todos los recipientes alimentarios (yendo más allá de la medida de eliminarlo solo en biberones infantiles que está en vigor en la UE desde 2011 y que es claramente insuficiente).
Francia solicitó además que se hiciese lo propio a escala de toda la UE.
Uno de los motivos singulares de preocupación es, como se ha dicho, la exposición de las mujeres embarazadas a este tipo de sustancias, ya que se sabe que los efectos sobre el feto pueden ser mayores que sobre los niños. Y esa exposición solo puede prevenirse con medidas como la eliminación del bisfenol A en todos los envases y recipientes de alimentos y bebidas con independencia de la edad de las personas a los que vayan destinados.
En España, la única iniciativa de relieve que se ha acometido en este asunto crucial, ha sido la emprendida por la campaña Hogar sin Tóxicos (www.hogarsintoxicos.org) de la Fundación Vivo Sano que ha lanzado una propuesta para la eliminación del bisfenol A, en cualquier tipo de material en contacto con alimentos. Propuesta que han apoyado ya importantes científicos y organizaciones ambientales y sociales y que, además, ha cosechado ya, entre otras cosas, la presentación de dos proposiciones no de Ley en el Congreso de los Diputados instando al Gobierno a actuar.
La gran cuestión es si España se limitará a ir a remolque de la EFSA como ha hecho hasta ahora o si, a imagen de Francia, será capaz de actuar conforme a la evidencia científica existente.
La campaña Hogar sin Tóxicos ha elaborado un detallado informe— propuesta (que puede descargarse en internet) que detalla todos los argumentos que secundan la importancia de actuar en este tema. También, entre otras cosas, se ha puesto en marcha una recogida de firmas de apoyo (en la plataforma Lánzanos). Todo en paralelo con las diferentes gestiones que se están haciendo con las fuerzas políticas en el Parlamento, presencia en medios, inicio de actuaciones sobre empresas que puedan usar bisfenol A en sus envases, etc.
La petición básica es la prohibición de la fabricación, importación, exportación y venta de cualquier recipiente que pueda estar en contacto con alimentos y contenga bisfenol A. Y entre tanto, que los productos afectados porten una etiqueta con una advertencia sanitaria bien visible para las mujeres embarazadas, mujeres en periodo de lactancia y niños menores de tres años.
Autor: Carlos de Prada
Web: hogarsintoxicos.org
Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº2