Una de las experiencias más bellas que he tenido en mi vida ha sido bucear. Una vez superado el miedo a lanzarme a lo desconocido en una experiencia de buceo de un día, me encontré debajo del mar, disfrutando de su belleza, sintiendo algo indescriptible que solo puedo llamar silencio, inmensidad, amor y paz. Fue tan conmovedor que hoy todavía estoy segura de que el solo recuerdo llena mi torrente sanguíneo de montones de hormonas de la felicidad. Aprendí muchas lecciones ese día, y al recordarlo creo que esa sensación que recorre mi cuerpo es lo más cercano a lo que se siente muchas veces al meditar.
“¡¿Meditar?!”. Así, con exclamaciones y cara de extrañeza, es la respuesta que recibo muchas veces cuando lo sugiero como estrategia para manejar el estrés, mejorar la concentración al estudiar, solucionar problemas de sueño y, en general, mejorar la salud y las relaciones.
Muchas personas creen que meditar es solamente ponerse en posición de loto, cerrar los ojos y poner la mente en blanco por un tiempo indefinido, y lo vinculan únicamente con ciertas prácticas de religiones orientales y monjes budistas. En realidad, la meditación es mucho más que eso y por eso quiero compartir mi experiencia al respecto, y tal vez así sembrar la inquietud por acercarse a una práctica milenaria que sólo trae bendiciones a la vida de quienes la practicamos.
Volviendo a la pregunta: ¿Qué es meditar? Para mí es bucear al interior de uno mismo aquietando las aguas de las emociones. La forma en que se hace puede variar y de hecho va cambiando con el tiempo, la práctica y el conocimiento, y ese “gusto” que se va adquiriendo en la medida en que vamos reconociendo sus beneficios.
¿PARA QUÉ MEDITAR? BENEFICIOS DE LA MEDITACIÓN
Los efectos que produce la meditación han sido demostrados en numerosos estudios, dentro de los cuales podemos encontrar:
• Ayuda en el control de las emociones.
• Estimula la producción de neurotransmisores involucrados en las respuestas de relajación, la memoria, el aprendizaje, la empatía y la compasión.
• Mejora la capacidad de respuesta del sistema inmune.
• Ayuda en el manejo del dolor crónico.
• Disminuye la inflamación y otros tipos de estrés biológico que se producen a escala molecular.
• Ayuda en el manejo de síntomas relacionados con la depresión, la ansiedad y los ataques de pánico.
• Disminuye la hipertensión.
• Produce cambios significativos en el metabolismo.
• Tiene efectos a nivel genético relacionados con la ralentización de procesos de envejecimiento.
• En el área de los negocios, se utiliza para aumentar la creatividad, disminuir el burnout y evitar accidentes derivados de la tecnología.
En resumen, meditar, en cualquiera de sus formas, es bueno para la salud física, emocional y mental, y nos ayuda a ser más felices, como lo expresa el monje tibetano Mathieu Ricard, considerado el hombre más feliz del mundo, quien participó en un estudio en la Universidad de Wisconsin-Madison donde a través de un encefalograma registraron su actividad cerebral durante la meditación, demostrando los enormes beneficios que la práctica de la conciencia plena, la compasión y la benevolencia producen en el cerebro humano y, por ende, en la salud de todo el organismo.
Los millones de personas en el mundo que practican diferentes disciplinas de meditación lo aseguran también, y cualquiera que sea la técnica, el tiempo o la forma que se dedique a “bucear dentro”, tendrá enormes beneficios que ayudarán a cambiar la vida de las personas y su entorno.
Cuando las aguas de las emociones se aquietan en nuestro interior, el resultado es la visión interna, esa que nos permite “darnos cuenta” de nuestros tesoros y también de lo que nos hace sufrir, aumentando la conciencia sobre nosotros mismos y aportándonos elementos de crecimiento personal. Esa serenidad nos permite estar de una manera diferente en el mundo, nos ayuda a enfrentar las tormentas emocionales de otras personas y, con el tiempo, nos convierte en fuente de paz para los demás.
¿POR QUÉ MEDITAR EN GRUPO?
La meditación en grupo potencia los beneficios individuales, como lo ha expresado la reconocida escritora y periodista Lynne Mctaggart en varios de sus libros, donde reproduce los resultados de investigaciones de diferentes científicos que han demostrado cómo se producen cambios físicos medibles cuando un grupo de personas se encuentran reunidas en meditación. Además del experimento de Washington, en otras circunstancias se ha podido comprobar cómo se reducen los índices de violencia en las ciudades donde se realizan meditaciones grupales, reforzando el concepto definido como “campo de conciencia” en el que todos estamos inmersos según la física cuántica y que ha sido comprobado por los experimentos de Nelson y Radin.
Este “campo” que conecta las conciencias de todos los seres humanos, se alimenta con los contenidos positivos y negativos que emitimos las personas a diario, con nuestro estrés, conflictos, noticias negativas, violencia, pero también con la alegría, la paz y la serenidad que podamos experimentar. Reunirnos en grupo con la intención de meditar, nos permite enfocar lo mejor de nosotros para enviarlo a ese campo y así crear una conciencia colectiva diferente.
“Con paciencia se pueden domesticar incluso animales salvajes, como tigres y leones. Si es así, nosotros los seres humanos, que tenemos un cerebro tan bueno y tanto potencial, podemos domesticar cualquier cosa. Si probamos estas prácticas con paciencia, podemos sentir y llegar a saber por nuestra propia experiencia que la mente se puede educar”. Dalai Lama
Cada persona que medita se convierte en un punto de luz, en una antena que emite información y energía positiva, y cuando nos unimos varias personas esa luz se vuelve más potente, de forma que llega más lejos y su efecto es más duradero. El mundo necesita que cada vez seamos más personas emitiendo sensaciones de paz, positivismo, esperanza, solidaridad y todos aquellos valores que apoyan la vida y nutren lo mejor de nuestra humanidad.
La práctica de la meditación puede ser tan variada y creativa como lo somos los seres humanos, y cuando meditamos con la guía de un experto y la compañía de un grupo, nos dejamos llevar por la intención de la conciencia colectiva enfocada en un tema concreto, nos apoyamos mutuamente para sostenernos en el objetivo, y el resultado es un estado de paz y conciencia mucho mayor que las partes individuales. Adicionalmente al estar reunidos compartiendo intereses comunes, se despierta un sentido de “comunión” con los demás, se activa la capacidad de servir y se fortalecen los valores que nos ayudan a ser constructores de paz.
Meditar solos nos ayuda a conocernos en profundidad y meditar en grupo nos permite enfocarnos en una intención colectiva para potenciarla. De cualquier manera, los beneficios son ilimitados: ¡anímate a meditar!
MARCELA SALAZAR GONZÁLEZ
Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº23