MENTE SANA
Cuando estamos absortos imaginando algo, nuestro cuerpo responde como si ya estuviera teniendo esa experiencia; la mera suposición de un encuentro hostil puede hacer subir la presión sanguínea; conjeturar una situación que nos provoca temor acelera nuestro ritmo cardiaco… Estos ejemplos muestran la relación entre lo que proyectamos en nuestra mente y la respuesta fisiológica y corporal. Al suponer que algo ocurre, nuestro cuerpo responde como si estuviera sucediendo en la realidad. Si cambiamos lo que imaginamos por algo más positivo, podemos influir directamente en la situación. El poder de la creencia y de la imagen que mantenemos asociada a ella nos ayuda a mejorar nuestra salud cuando son positivas. En cambio, cuando son negativas, se incrementa nuestro malestar.