Cuando aplicamos el número de oro a una construcción, su impronta puede llegar a generar un ambiente capaz de atrapar y envolver de tal forma, que quien lo vive no quiere o le cuesta salir de ese entorno. Ello habla de que el objetivo de armonía se ha conseguido.
El proyecto de la casa de mis amigos fluyó muy bien. La proporción áurea durante el diseño, impregnó toda la planta. Un gran rectángulo áureo envolvió a una subdivisión progresiva de sucesivos rectángulos áureos, que resolvió la planta de distribución.
El desarrollo del proyecto y de su construcción fue muy interesante por los muchos aspectos que se introdujeron. Por una parte estaba la fusión de terapias convencionales y alternativas con sus diferentes necesidades espaciales; por otra la resolución constructiva de un programa en dos edificios, uno existente y protegido por la normativa municipal y otro nuevo a crear, formando ambos una unidad; así como la utilización de materiales sanos y sistemas constructivos respetuosos; y el uso de técnicas de armonización, color, proporción, etc.
Curiosamente, las balconadas del edificio protegido estaban dimensionadas con la proporción áurea. El color azul que se utilizó en él, fue uno de los que apareció al analizar las sucesivas capas de pintura que se habían usado a lo largo de la vida del edificio.
La fachada de la parte nueva se trató con un cálido color amarillo, creando un gran rectángulo de proporción áurea que se superpuso sobre un fondo del mismo azul que el del edificio preexistente. Esta dualidad originó una complementariedad cálido/frío, masculino/femenino, día/noche, antiguo/nuevo, que mostraba la actividad que allí se desarrollaría al fundir técnicas antiguas y modernas, preventivas y combativas, suaves y duras. Este juego unifica y diferencia los dos edificios.
A este lenguaje del color y de proporción armónica, se une una voz más: el lenguaje de los símbolos. Por una parte los balcones y ventanales en las distintas plantas se combinan numerológicamente en un juego múltiple. Por otra, en la franja vertical centrada en el edificio nuevo, la simbología geométrica nos relata el nacimiento de la vida, que comienza con el huevo-cigoto. En progresiva subdivisión celular de seis pasos, llega sucesivamente a la Semilla, la Flor y el Fruto de la Vida, génesis y esencia de la creación del ser humano y de toda estructura viva existente.
De las seis formas que manifiestan esos seis pasos, se ha tomado la Flor de la Vida para reproducirla en la base de los siete huecos que coronan el edificio.
