Jesús Cía lleva más de diez años repartiendo sus desvelos entre el cielo y la tierra. Día tras día escruta atentamente el cielo de Lumbier, un pueblo al pie del Pirineo navarro, buscando augurios de si lloverá o si hará sol, y acto seguido dirige su mirada experta a la tierra, a los idílicos campos de la finca Bordablanca, en las riberas del río Irati, buscando en la lavanda, la manzanilla y la melisa los indicios que le permitirán decidir cuándo sembrar, cuándo abonar o cuándo cosechar.
Jesús Cía es el fundador y gerente de Josenea, una asociación laboral sin ánimo de lucro pionera en el ámbito de la ecología. Las plantas medicinales de Josenea llegan al consumidor a través de infusiones gourmet, preparados de fitoterapia de altísima calidad, hierbas aromáticas culinarias, como ingredientes de chocolates y galletas ecológicas y en su producto más novedoso, los vinos medicinales.
Rosa Yoeste: ¿Qué es Josenea y qué ofrece?
Jesus Cía: Josenea es una empresa navarra de inserción laboral que trabaja por la inclusión de personas en situación de desempleo, personas que por los motivos que sean están en situación de riesgo social. Para lograr su reinserción sociolaboral trabajamos para que consigan la experiencia y habilidades necesarias de forma que, después de un tiempo con nosotros, puedan encontrar un empleo en otro lugar.
Josenea tiene dos actividades bien diferenciadas: el cultivo de plantas ecológicas y los servicios medioambientales. Respecto al cultivo de plantas ecológicas, nosotros mismos las plantamos en nuestra finca Bordablanca, las cuidamos, las recolectamos y las secamos, para luego picarlas según proceda para su uso posterior. Nuestro producto principal son las infusiones ecológicas, pero también hacemos galletas ecológicas con plantas, chocolates con sabores, plantas para uso culinario…
Además, vendemos materia prima a Equisalud y a otros laboratorios de fitoterapia especializados en complementos nutricionales a base de plantas medicinales.
Por el lado de los servicios medioambientales, realizamos trabajos en el medio natural para recuperar entornos, recuperar riberas de río, hacer presas para galápagos, nidos para visones… También efectuamos trabajos de jardinería y mantenimiento de zonas verdes para ayuntamientos, Gobierno de Navarra y todo tipo de instituciones.
¿Qué innovación aporta Josenea? ¿Qué la hace especial?
Lo que hace especial a Josenea es la combinación de un producto ecológico de altísima calidad con la función social que desarrolla, la reinserción de personas en riesgo de exclusión social, que es lo verdaderamente prioritario para nosotros. Y también es especial por la forma en que lo realizamos: nuestra plantación, en la finca Bordablanca de Lumbier, Navarra, es única en España, tanto por su extensión, empezamos con sólo 3 hectáreas y ya tenemos 7,5 hectáreas y el año que viene ampliaremos a 12, como por la amplísima variedad de plantas. Cultivamos más de 50 variedades de plantas, cuando la mayoría de fincas de este estilo son monocultivo o con muy pocas variedades.
“Nuestra plantación es única en España, tanto por su extensión, como por la amplísima variedad de plantas”.
Y hay más cosas que nos diferencian: funcionamos únicamente con energías limpias y alternativas (solar, eólica), el edificio de la finca es de bioconstrucción, los secaderos de plantas son solares, las calderas son de biomasa, las herramientas están todas diseñadas y construidas por nosotros mismos. Intentamos siempre llevar la sostenibilidad y la ecología a su máxima expresión en todo lo que hacemos.
Además, y esto es otra innovación, hacemos visitas guiadas a nuestra finca. Cualquier persona puede llamarnos y pedir cita, y le enseñamos cómo cultivamos, cómo logramos evitar los pesticidas y los químicos, cómo funcionamos. En definitiva, quien consuma nuestras infusiones y nuestros otros productos puede ver en primera persona cómo se hace todo. Es una magnífica educación ambiental.
¿Cómo surgió la idea de poner en marcha un proyecto tan peculiar?
Tuve la idea en el 2002. Llevaba 20 años como emprendedor empresarial y dirigiendo la producción en varias empresas de personas con discapacidad. Evidentemente, lo social siempre ha sido un eje básico en mi actividad, y pensé que podría aplicar esa inquietud al ámbito de la economía verde y de la salud. Decidí poner en marcha un proyecto que ayudara a personas en situación de desempleo. Uní mis fuerzas a las de cuatro personas más y fundamos esta asociación laboral para cumplir su objetivo principal, que es la inserción laboral de personas desempleadas.
En el año 2003 comenzó nuestra actividad en Lumbier, un pueblo de 1.400 habitantes situado en una zona deprimida del Pirineo navarro. El camino no ha sido fácil, aunque lo cierto es que nunca lo es. En el año 2011 resumimos nuestra filosofía en una frase que adoptamos como bandera: “Del campo a la taza, cuidando a las personas y al medioambiente”. Y comenzamos a comercializar nuestras infusiones de forma activa tanto en España como en el ámbito internacional, teniendo ya clientes en Francia, Alemania, Inglaterra y Noruega.
“Lo social siempre ha sido un eje básico en mi actividad, y pensé que podría aplicar esa inquietud al ámbito de la economía verde y de la salud. Por eso decidí poner en marcha un proyecto que ayudara a personas en situación de desempleo”.
¿Cómo conseguisteis llevar adelante vuestra idea?
La idea era fabricar productos derivados de las plantas aromáticas y medicinales a fin de venderlos en distintos formatos y presentaciones. Para sacar adelante la fabricación de un producto propio y poder financiar y completar la actividad, se constituyó una empresa de actividades y servicios medioambientales. Pero más allá de todo esto, está la satisfacción de poder ayudar a personas de nuestro entorno cercano con dificultades en la vida real. Ver cómo salen adelante y rehacen su vida después de pasar meses o años en Josenea es para mí una auténtica satisfacción personal.
“Poder ayudar a personas de nuestro entorno cercano con dificultades en la vida real, ver cómo salen adelante y rehacen su vida después de pasar meses o años en Josenea es para mí una auténtica satisfacción personal”.
¿Cuáles fueron los principales problemas al empezar?
La principal dificultad fue que alguien creyera en nuestro proyecto. Tras muchas vueltas, finalmente lo conseguimos a través de los agentes de desarrollo rural del Gobierno de Navarra, concretamente con el agente de Lumbier, que habló con el alcalde y consiguió convencerle de que nos apoyara. El siguiente escollo a solventar fue la ubicación: es casi imposible que los agricultores de la zona te vendan terrenos. Al final, localizamos un terreno que pertenecía al patrimonio del Gobierno de Navarra. Este terreno estaba cedido a una empresa pública que no lo utilizaba en su totalidad, así que logramos persuadirles de que nos alquilaran las tres hectáreas con las que comenzamos. Poco a poco han ido confiando en nosotros, a la vista de nuestra importante labor social en la zona, y nos han ido alquilando más y más superficie.
Desarrollamos nuestro proyecto en CEIN (Centro de Empresas e Innovación de Navarra), dependiente del Gobierno de Navarra y que ayuda a emprendedores en nuestra comunidad. Con este plan bajo el brazo recorrimos ayuntamientos y entidades bancarias a fin de buscar una ubicación adecuada y una financiación inicial.
El gran problema inicial fue lograr la financiación, que es un problema para cualquiera, pero mucho más para una entidad sin ánimo de lucro, porque si algo sale mal queda fatal que un banco o caja ejecute a una empresa sin ánimo de lucro, así que todos rechazaban nuestro proyecto. Al final recurrimos a una cooperativa de crédito de banca Ética, que presta dinero a empresas sostenibles que trabajan con personas y proyectos ecológicos y sociales.
Al final conseguimos echar a andar con el crédito de banca Ética, más una ayuda a la inversión que nos concedió el Gobierno de Navarra, más las aportaciones personales de los socios. Con esto pudimos afrontar las necesidades iniciales más imprescindibles: los terrenos, la construcción del invernadero y de cuatro herramientas, la oficina, un par de ordenadores… Todo desde cero.
En los tiempos de crisis que vivimos, las perspectivas de futuro deben de ser una preocupación importante.
Lo son, por eso no paramos de buscar nuevas formas de dar salida a nuestra materia prima y de idear nuevos productos hechos con nuestras plantas ecológicas de altísima calidad. Josenea nació con un producto único, las infusiones ecológicas, y aunque a día de hoy siguen siendo nuestro punto fuerte y nuestro producto estrella, hemos aumentado nuestra cartera de productos de forma que utilizamos nuestras plantas como materia prima de múltiples productos: galletas, chocolates, hierbas para cocinar, e incluso vinos medicinales.
En cuanto a nuestro futuro inmediato, pasa por ampliar la superficie cultivable de la finca Bordablanca, y también por ampliar nuestra producción a base de plantas medicinales ecológicas. De hecho, las galletas y los chocolates han sido lanzamientos de este último año, y no paramos de probar nuevas ideas y ponerlas en marcha. Confiamos en que, pese a la crisis, podremos seguir creciendo. El camino es arduo pero hasta ahora no nos ha ido mal y, sobre todo, tenemos el orgullo de poder decir que casi el 80% de las personas que han pasado por Josenea han logrado reinsertarse en el mercado laboral y en la sociedad. Ese es nuestro mejor resultado.
Bioconstrucción
La bioconstrucción es el complemento perfecto para este proyecto totalmente natural. En Bordablanca todos los edificios son de bioconstrucción.
El edificio donde se realiza el procesado y manipulado de las plantas tras su recolección está construido y diseñado bajo los criterios de la bioconstrucción, y sólo emplea energías limpias autoproducidas (solar y eólica), el secadero para las plantas también es solar, las calderas son de biomasa…
El edificio de servicios optimiza el calor del sol en la climatización gracias a su orientación sur y a su total cerramiento al norte. Para conservar la temperatura, las paredes se han construido con termoarcilla y el tejado es de tierra para evitar la pérdida de calor por gravedad y aislarla del frío. Es lo que se conoce como “tejado verde”. Además, la casa está levantada un metro del suelo de forma que los bajos se puedan utilizar como composteras, lo que contribuye asimismo al aislamiento del terreno. Son los propios trabajadores quienes se han encargado de la construcción, y la casa se hizo siguiendo el diseño de Iñaki Urkia, un arquitecto experto en bioconstrucción. Igualmente, la maquinaria y las herramientas están diseñadas y construidas por el propio personal de Bordablanca de acuerdo a las necesidades específicas de las plantas y del proceso de recolección. El edifico del secadero donde se secan las plantas aromáticas y medicinales sigue los mismos criterios de bioconstrucción. La electricidad que consume procede de la energía solar y de una caldera de biomasa. El calor se consigue a través de un muro trombe, aislado al interior con termoarcilla y al exterior con cristal de climalit. El resto de las paredes están recubiertas con un muro ventilado, conseguido con placas onduladas pintadas de blanco y procedentes de reciclaje. En este caso, no sólo la construcción es obra de los trabajadores de Josenea, también el propio diseño del secadero.
Para más información: www.josenea.com
Este artículo está publicado en la Revista Vivo Sano nº1