EL EMBARAZO ES UN MOMENTO SAGRADO Y MUY DELICADO EN EL QUE LA MUJER, SIN OBSESIONARSE, PERO SIN DESCUIDARSE, DEBE VIGILAR TODO LO QUE ENTRE EN SU CUERPO, YA QUE LAS SUSTANCIAS QUE PENETREN PODRÍAN EN ALGÚN CASO PERTURBAR EL CORRECTO DESARROLLO DE LA CRIATURA.
La vida es una especie de danza química, una delicada sinfonía, perfectamente estructurada, de reacciones químicas que permite el funcionamiento del organismo humano. Y si hay un momento en el cual esa sinfonía química es especialmente delicada y vulnerable es en el embarazo. Esa especie de milagro, casi inexplicable en su complejidad y perfección, en el que, a partir de un espermatozoide y un óvulo, y con infinitas interacciones químicas, comienza a crearse un ser nuevo, con miles de millones de células. El milagro de la organogénesis, la formación de los órganos, del corazón, los deditos, los labios, los ojos o el cerebro de los niños en el seno de su madre. Un momento crítico en el que debemos evitar o al menos reducir, la exposición a una serie de sustancias químicas tóxicas. Sin embargo, muchas mujeres tienen muy poca información acerca de qué sustancias tóxicas son ésas, en qué productos pueden estar, qué efectos pueden producir y cómo pueden evitarlas.
EL EMBARAZO ES UN MOMENTO CRÍTICO EN EL QUE DEBEMOS EVITAR O AL MENOS REDUCIR, LA EXPOSICIÓN A UNA SERIE DE SUSTANCIAS QUÍMICAS TÓXICAS
Las autoridades y los profesionales sanitarios, por lo general, con honrosas excepciones, no ayudan debidamente a la concienciación de las futuras madres sobre este asunto, ni siquiera en entornos laborales donde pueden manejarse más claramente sustancias peligrosas. Y mucho menos se hace sobre riesgos químicos, aparentemente más sutiles, de la vida cotidiana.
Es preciso corregir algo esa falta de información. Una información que muchas mujeres reclaman. Una información que pueda reducir, entre otras cosas, la posible ansiedad que algunas mujeres podrían tener, en algún caso, ante esa ausencia de datos y de indicaciones sobre de qué forma pueden hacer algo para evitar posibles riesgos.
LA INFORMACIÓN OFICIAL
Si pasamos revista a los consejos generales que suelen darse desde las autoridades sanitarias para evitar defectos congénitos u otros posibles problemas, con más o menos eco, veremos que es muy poco lo que se suele decir sobre determinados riesgos químicos. Se recomienda una dieta variada y mediterránea (sin decir si debe ser ecológica o no), que se tome ácido fólico y yodo, que no se tome leche sin pasteurizar, que no se beba alcohol, que se reduzca la ingesta de hígado, que se eviten ciertos fármacos, que se tenga cuidado con la exposición a radiaciones o el exceso de calor, con el tabaco, con algunas vacunas… o, como mucho y desde hace no demasiado tiempo, que se reduzca la ingesta de ciertos pescados grandes y grasos por su alto contenido de mercurio. Poco más.
Contrasta esa parquedad con, por ejemplo, las guías sobre el riesgo químico para embarazadas que han hecho públicas entidades como la Agencia de Protección Ambiental de Dinamarca. Estas entidades advierten explícitamente sobre el uso de ambientadores, espráis o tintes de pelo, o sobre la necesidad de tener cuidado con el empleo de perfumes, lociones y cosméticos. Asimismo, llaman la atención sobre productos de aseo que puedan contener algunas sustancias (como triclosan y parabenes) recomendando que, en cualquier caso, se seleccionen productos con algunas etiquetas nórdicas que suponen que no contienen o que hayan reducido el uso de algunas sustancias que puedan alterar el equilibrio hormonal del organismo. También informan que se evite la exposición a emanaciones de pinturas y barnices, que se tenga cautela con los productos de limpieza y con los muebles nuevos, o que se lave la ropa recién comprada para eliminar de ella algunas sustancias que puedan llevar. Se advierte asimismo sobre los plásticos de PVC blando, por su contenido en ftalatos, unos contaminantes preocupantes, y se aconseja ventilar bien la casa varias veces al día para reducir la concentración de contaminantes químicos que se acumulan en su interior. Para concluir, aconsejan eliminar regularmente el polvo doméstico, pero no porque haga feo, sino porque hoy en día el polvo de las casas es, en buena medida, un polvo químico que puede contener centenares de sustancias perjudiciales que han ido desprendiéndose desde plásticos, aparatos electrónicos, tejidos, pinturas… o que proceden de productos que nosotros mismos hemos empleado como pesticidas domésticos, productos de limpieza, disolventes, etc.
SI PASAMOS REVISTA A LOS CONSEJOS GENERALES QUE SUELEN DARSE, CON MÁS O MENOS ECO, DESDE LAS AUTORIDADES SANITARIAS PARA EVITAR DEFECTOS CONGÉNITOS U OTROS POSIBLES PROBLEMAS, VEREMOS QUE ES MUY POCO LO QUE SE SUELE DECIR SOBRE LOS RIESGOS QUÍMICOS.
EL PUESTO DE TRABAJO
- Las empresas están obligadas por ley a procurar que las mujeres embarazadas no se expongan a sustancias que puedan afectar a la criatura en desarrollo. La presencia de sustancias tóxicas en el trabajo debería llevar a que, en cumplimiento de una normativa que muchas veces no se aplica, se adopten medidas para proteger a las mujeres expuestas. Si por las labores realizadas se puede dar una exposición, la empresa debería reasignar a esa mujer a un puesto o labores donde no se produzca esa situación o acometer otras medidas.
- Medidas minimizadoras en el caso de vapores o aerosoles conflictivos: ventilar adecuadamente, utilizar medidas de protección contra la inhalación, como máscaras, guantes y prendas para evitar el contacto con la piel. Aunque muchas veces este tipo de medidas puede no proteger suficientemente en el caso de embarazo y son aconsejables medidas que garanticen que se evite la exposición.
- Asesorarse bien, si hace al caso legalmente, sobre las opciones que se tienen si la empresa no se presta a cumplir la normativa. En ocasiones, especialmente en casos de precariedad laboral, puede ser que las empresas actúen contra las empleadas en lugar de cumplir la ley.
La diferencia entre los parcos consejos que veíamos al principio y estos otros obedece simplemente a que Dinamarca es un país en el que se ha querido incorporar con algo más de seriedad, de forma más decidida, el conocimiento actual de la ciencia para proteger a su población. Los consejos dados están en consonancia con los cientos de investigaciones científicas que asocian la exposición prenatal a muchas sustancias químicas, a veces a niveles bajísimos de concentración, con posibles problemas sanitarios.
Las autoridades, en general, no informan debidamente. Solo en algunos pocos países, como decimos, se han desarrollado campañas para concienciar más o menos debidamente a las embarazadas o incluso se han desarrollado algunas herramientas para que, a través de internet, se pueda comprobar la presencia de algunas sustancias en los productos.
LAS 7 NORMAS DE SEGURIDAD EN EL HOGAR
En la limpieza doméstica hay que tener cuidado con los productos perfumados y con aquellos especialmente agresivos, como algunos limpiahornos, limpiainodoros, desatascadores, etc.
- Reducir y/o evitar el uso de ciertos productos de limpieza, especialmente de los más fuertes, tendiendo a usar productos realmente ecológicos o incluso productos naturales como el vinagre, el bicarbonato o el limón.
- No usar pesticidas sintéticos domésticos en la casa o el jardín.
- Tener especial cuidado con las reformas del hogar, el pintado de paredes, etc., en las que se puede generar una inusual liberación de sustancias tóxicas.
- Eliminar el polvo doméstico al menos una vez a la semana, con un trapo mojado y/o aspirarlo. En el polvo doméstico actual, según las analíticas realizadas, puede haber centenares de sustancias tóxicas diferentes que pueden ser inhaladas a bajas concentraciones.
- Ventilar bien las habitaciones, al menos dos veces al día, a fin de reducir la presencia de determinadas sustancias perjudiciales que tienden a acumularse en el ambiente en estancias cerradas.
- Instalar purificadores de aire diseñados para capturar contaminantes químicos.
- Evitar el uso de determinados ambientadores sintéticos. Tener cautela con otras posibles fuentes de contaminación como algunos inciensos. Algunos ambientadores pueden liberar ciertas sustancias conflictivas. Hay fórmulas más racionales que la de intentar disfrazar un mal olor con un olor sintético, como eliminar la posible fuente del mal olor, ventilar, ubicar recipientes con bicarbonato que absorben los olores, ramilletes de plantas aromáticas, poner a hervir agua con algunas especias que den buen olor y sean aconsejables…
LA AGENCIA DE PROTECCIÓN AMBIENTAL DE DINAMARCA ADVIERTE A LAS EMBARAZADAS SOBRE ALGUNOS PRODUCTOS COMO AMBIENTADORES, ESPRÁIS, TINTES DE PELO, PERFUMES, LOCIONES Y COSMÉTICOS, PINTURAS, BARNICES, PRODUCTOS DE LIMPIEZA… RECOMENDANDO CIERTAS MEDIDAS PARA REDUCIR EXPOSICIONES A TÓXICOS.
Aunque la asociación epidemiológica, así como otras evidencias, no implique necesariamente una relación causa efecto ni que un daño vaya a producirse necesariamente, la acumulación de datos en ese sentido parece justificar la adopción, especialmente en algunos casos, de un Principio de Precaución que aconseja que, aunque no exista certeza plena de que un daño vaya a producirse (la certeza es algo muy difícil y lento de obtener en ciencia), se acometan medidas preventivas.
Por lo tanto, se hacen necesarias obras divulgativas que se inspiren en ese Principio de Precaución. Un principio que muchas instancias oficiales se han resistido a aplicar demasiadas veces, pese a ser preceptivo en la Unión Europea, tal y como ha denunciado la Agencia Europea de Medio Ambiente. Normalmente, antes de recomendar restringir o eliminar la exposición a una sustancia química se suele esperar a que haya un nivel de acumulación de pruebas tan alto que, en la práctica, tal y como se ha visto en numerosas ocasiones, pueden pasar años o décadas hasta que se adopten medidas más o menos relevantes, incluso aunque haya una enorme cantidad de evidencias de peso que indiquen que se pueden estar produciendo una serie de efectos. Sin duda que a ello contribuye el que las empresas que se benefician con el uso de determinadas sustancias se defiendan poniendo en circulación estudios que contradicen los que elabora la ciencia académica, creando así una discutible imagen de “controversia” sobre los efectos.
El saldo ha sido muchas veces que millones de personas se han estado exponiendo durante años, y que muchas de ellas han sufrido efectos, por exponerse a sustancias a las que no se deberían haber expuesto, cuando ya había muchos datos que mostraban el riesgo. Ver cómo se permitió durante tanto tiempo el uso de muchas sustancias hoy prohibidas o severamente restringidas, lleva a plantearnos con cuántas sustancias que actualmente se usan puede estar pasando lo mismo.
Si el Principio de Precaución debiese aplicarse de modo general, mucho más debiera serlo en el embarazo. De hecho, buena parte de la atención de la comunidad científica sobre los efectos de las sustancias tóxicas se concentra en la exposición prenatal a las mismas, ya que el embrión y el feto pueden ser extraordinariamente sensibles a ellas.
Consejos del Real Colegio de Obstetras y Ginecólogos del Reino Unido para reducir la exposición química general de las mujeres.
- Consumir alimentos frescos en lugar de alimentos procesados siempre que sea posible.
- Reducir el uso de alimentos y bebidas enlatados y en envases de plástico, incluidos los usados para el almacenamiento de alimentos.
- Minimizar el uso de productos de cuidado personal: cremas hidratantes, cosméticos, geles de baño y fragancias.
- Minimizar la compra de productos recién fabricados: muebles domésticos, telas, sartenes antiadherentes y automóviles durante el embarazo y la lactancia.
- Evitar el uso de pesticidas o fungicidas para jardín, hogar o mascotas (como aerosoles o tras para moscas, aerosoles de rosas, polvos para pulgas).
- Evitar las emanaciones de las pinturas.
- Tomar analgésicos o analgésicos de venta libre sólo cuando sea realmente necesario e indicado.
- No dar por hecha la seguridad de los productos en función de no ver químicos “nocivos” en su lista de ingredientes, o de la etiqueta “natural” (a base de hierbas o de otro tipo).
Durante el embarazo, tal y como describen los expertos, se abren una serie de “ventanas de exposición”. Es decir, momentos críticos en los que la presencia de ciertos contaminantes podría causar desarreglos en los complejos procesos de señales químicas que preside el desarrollo de unos órganos y funciones que están en construcción. Entre los efectos posibles se cuentan abortos, nacimientos prematuros o defectos de nacimiento. También otros problemas que se manifestarán luego, en la infancia, como daños en el desarrollo neurológico o cánceres infantiles. E incluso predisposición a enfermedades o problemas de salud que se manifestarán décadas después en el estado adulto, desde infertilidad a cánceres y enfermedades cardiovasculares, entre otras posibilidades.
Es el origen fetal de las enfermedades de adulto.
Hemos llenado nuestro entorno de sustancias químicas sintéticas y como, al fin al cabo, los seres vivos respiramos, comemos, bebemos y tenemos una piel permeable, muchas de esas sustancias químicas sintéticas han penetrado también en los cuerpos de las mujeres embarazadas. Algunas de ellas podrían causar efectos en mayor o menor grado. Hace no mucho, un estudio de la Universidad de California mostró que entre el 99 y el 100% de las mujeres embarazadas tenían presencia en su organismo de sustancias preocupantes como ftalatos, retardantes de llama, compuestos perfluorados, bifenilos policlorados, pesticidas organoclorados, fenoles, hidrocarburos aromáticos policíclicos, perclorato y otros muchos compuestos, a veces a niveles de concentración semejantes a los que han sido asociados a problemas sanitarios. La presencia de contaminantes a niveles bajos no implica necesariamente que vayan a producirse efectos, pero sí que podría tener que ver con un mayor riesgo de que algunos efectos se produzcan y, por tanto, debe ser tenido en cuenta.
En ese estudio norteamericano, los ftalatos, por ejemplo, estaban a niveles asociados a efectos feminizantes, y los retardantes de llama a efectos sobre el desarrollo de las neuronas (como también pasaba con el mercurio). Además, preocupa el hecho de tener simultáneamente varias sustancias con el mismo tipo de efecto, lo que podría potenciarlo, como varios ftalatos que pueden afectar la formación de los genitales masculinos, o varias sustancias que pueden afectar a los niveles de hormonas tiroideas maternas (como PCBs, el triclosán o algunos retardantes de llama, entre otras), lo que puede tener implicaciones para la formación del cerebro del niño. Debe insistirse, una y otra vez, en que se trata de asociaciones con incrementos de riesgo, no de efectos que hayan de producirse necesariamente por la presencia de esas sustancias. Buena parte de estas sustancias están en las mujeres a causa de una exposición cotidiana inadvertida. La benzofenona 3, por ejemplo, puede llegar al cuerpo al aplicarse en la piel una crema de protección solar, los compuestos perfluorados pueden provenir de haber cocinado con algunas sartenes antiadherentes, el bisfenol A de las latas de comida y bebida, los ftalatos de productos de aseo y cosmética, perfumes, ambientadores, plásticos…
Muchas sustancias que pueden estar presentes, por ejemplo, en el hogar, han sido asociadas por estudios científicos a efectos negativos en el embarazo. Sustancias, por ejemplo, asociadas a la fetotoxicidad, o que podrían inducir malformaciones congénitas, causar un parto prematuro o que el niño tenga bajo peso al nacer, o que causen trastornos en el desarrollo de su cerebro o de su aparato reproductor, entre otras cosas. Como ejemplo, los ftalatos, contaminantes muy frecuentes en los hogares, han sido asociados por algunos estudios a un mayor riesgo de tener un parto prematuro. Pero también a otras cosas muy diferentes, como que los niños varones nacidos manifiesten ciertas alteraciones, caso de una feminización o una virilización incompleta.
El uso de ciertos pesticidas en el hogar durante el embarazo ha sido asociado por diferentes investigaciones a un mayor riesgo de que los niños puedan tener leucemia. También con el linfoma no Hodking. Por otro lado, el nivel de uso durante el embarazo de ciertos pesticidas piretroides en concreto ha sido asociado por algún estudio a una caída notable en los índices de desarrollo mental de los niños nacidos, cuando ya tenían tres años.
También la presencia en las madres de residuos de pesticidas organofosforados ha sido asociada a efectos en el desarrollo mental de los niños. Estos residuos podrían proceder del consumo de frutas y hortalizas no ecológicas. Hay, así mismo, investigaciones que muestran una asociación entre el uso de ciertos productos químicos en el hogar durante el embarazo y el asma infantil. En uno de ellos, por ejemplo, se determinó si las mujeres embarazadas usaban y con qué frecuencia productos como desinfectantes, lejía, limpiador de alfombras, limpiador de ventanas, líquido de lavado en seco, aerosoles, trementina, aguarrás, ambientadores (espray, barra o aerosol), removedor de pintura, pintura o barniz o pesticidas/insecticidas. Y se vio que aquellas que habían tenido un mayor uso de una serie de productos tenían mayor riesgo de tener hijos asmáticos, concluyendo que podía ser por la exposición prenatal y/o por los efectos de la exposición subsiguiente en las primeras etapas de la vida.
Son muchas las investigaciones realizadas, pero buena parte de la población desconoce estos estudios. Tal y como denuncia la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), existe una gran ignorancia por parte de muchas mujeres acerca de los riesgos químicos.
El embarazo es un momento sagrado y muy delicado en el que la mujer, sin obsesionarse, pero sin descuidarse, debe vigilar todo lo que entre en su cuerpo, ya que las sustancias que penetren podrían en algún caso perturbar el correcto desarrollo de la criatura. Desde el agua que se bebe hasta lo que respira, pasando por lo que pone sobre su piel, entre otras posibilidades.
TEJIDOS SIN TÓXICOS
Es importante lavar los tejidos nuevos (sábanas, toallas, ropa…) antes de usarlos, preferentemente con jabones o detergentes ecológicos, ya que pueden venir impregnados con productos químicos empleados para su fabricación, para su conservación o para dotarles de ciertas propiedades. Si queremos reducir aún más la presencia de posibles contaminantes dejar remojar la ropa en agua con bicarbonato o buscar prendas de procedencia ecológica.
12 CONSEJOS DE ALIMENTACIÓN
- Procurar tener una alimentación variada y en la mayor medida posible ecológica a fin de evitar la ingesta de sustancias tóxicas, como, por ejemplo, residuos de pesticidas.
- Preferir alimentos frescos y de certificación ecológica antes que alimentos convencionales industriales. Tender al consumo de alimentos lo más naturales y menos procesados posible. Priorizar los frescos y de temporada. Ello puede reducir, por ejemplo, cierto grado de exposición a algunos aditivos alimentarios.
- Reducir la ingesta de grasas animales, carne y productos lácteos. Si se consume carne de origen ecológico puede evitarse también en mayor medida la presencia de otras sustancias como antibióticos que podrían estar presentes como residuos.
- Reducir el consumo de determinadas especies de pescado que pueden tener una alta presencia de contaminantes como el mercurio, entre otras sustancias. Evitar el consumo de algunos peces —por ejemplo, algunos pescados grasos—. Es una de las pocas cosas relacionadas con contaminantes químicos sobre las que las autoridades han alertado a las embarazadas. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria recomendó que las embarazadas evitasen el consumo de algunas especies de peces como pez espada, tiburón, atún rojo (thunnus thynnus: especie grande, normalmente consumida en fresco o congelada y fleteada) o el lucio.
- Preferir alimentos frescos a los enlatados y procesados, por ejemplo, por la posible migración de contaminantes desde latas y envases y/o su posible mayor contenido de ciertos aditivos. 6. Reducir en lo posible la ingesta de alimentos envasados en algunos plásticos o latas. Preferir recipientes de cristal. Reducir en lo posible el contacto de los alimentos con algunos materiales (plásticos, ciertos papeles revestidos, cartón reciclado…). Evitar especialmente ese contacto en combinación con el calor.
- Reducir el consumo de alimentos enlatados en recipientes que pueden estar revestidos en su interior de resinas o recubrimientos que pueden liberar, por ejemplo, ciertos bisfenoles (por supuesto, no calentarlos en ellos).
- No calentar alimentos en contacto con plásticos en el microondas (ni echar en esos recipientes alimentos calientes). Atención también a recipientes o envases que frecuentemente dicen estar diseñados para calentar alimentos dentro de ellos (como sucede, por ejemplo, con algunos de maíz para hacer palomitas y que pueden contener compuestos perfluorados).
- No calentar alimentos en latas (muchas de ellas pueden estar revestidas en su interior con sustancias preocupantes).
- Evitar o reducir el contacto de los alimentos con determinados materiales desde los cuales pueden migrar una serie de sustancias a la comida. Por ejemplo, algunos plásticos.
- También debe prestarse atención a ciertos papeles antigrasa y otros envoltorios que pueden estar recubiertos de una película que podría liberar contaminantes, como también pueden hacer, por ejemplo, algunos cartones reciclados en contacto con alimentos grasos y calientes.
- Reducir/evitar el uso de sartenes con algunos revestimientos antiadherentes. Determinadas sartenes antiadherentes pueden liberar también pequeñas cantidades de compuestos problemáticos. Preferir recipientes o utensilios de cristal, hierro colado, acero inoxidable, revestimiento cerámico…
CARLOS DE PRADA. Responsable de Hogar sin Tóxicos.
Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº21