• Skip to primary navigation
  • Skip to main content
  • Skip to footer
  • Quiénes somos
  • Qué hacemos
  • Colabora
  • ¡Suscríbete!
  • Contacta

Fundación Vivosano

Tu salud y la del Planeta están en tus manos

  • Facebook
  • Twitter
  • Instagram
  • YouTube
  • Revista Vivo Sano
    • Close
    • Número actual
    • Números anteriores
    • Entrevistas destacadas
    • Noticias Vivo Sano
  • Persona sana
    • Close
      • Nutrición
        • Close
          • alimentos para evitar el frioAlimentos para evitar la ola de frío
          • beneficios chocolate¿Cómo beneficia el chocolate a nuestra salud?
          • depression-dietLa alimentación en la prevención de enfermedades
          • El-Omega-3Los enormes beneficios en la salud de los nutrientes esenciales Omega 3, magnesio y vitamina D3
          • Introduccion a la alimentación sanaIntroducción a la alimentación sana
          • shutterstock_68965759epsAlimentos funcionales
      • Ejercicio sano
        • Close
          • prepararse-comenzar-hacer-deporteCómo prepararse y comenzar a hacer deporte
          • nutricion deportivaNutrición y deporte, con Elisa Blázquez
          • Yoga VS24-3Yoga sanador
          • ejerc-neuronasSeis formas de mantener joven tu cerebro
          • NEAT¡Mejora tu NEAT para aumentar la salud!
          • art 1-1El ejercicio y la prevención de enfermedades
      • Mente sana
        • Close
          • 5 heridas fondoLas 5 heridas del alma. Cómo quitarnos las máscaras que nos hacen sufrir
          • art 9-1En el silencio de la mente
          • relajadoWebinario: Gestión positiva del estrés
          • medicina CMMedicina Mente-Cuerpo: Experiencias clínicas y soporte científico
          • PNL bertolottoWebinario: Cambia tu Vida con PNL (Gustavo Bertolotto)
          • shutterstock_1131187 _lowLo mejor de mí. Un camino hacia la felicidad
      • Fitoterapia
        • Close
          • PARA-QUÉ-ES-BUENO-EL-TÉ-VERDE¿Para qué es bueno el té verde?
          • shutterstock_164399390-lowLa terapia floral
          • evolucion-fitoterapiaLa evolución de la fitoterapia
          • REMEDIOS-NATURALES-LAS-MEJORES-PLANTAS-MEDICINALES.-EQUISALUDLas mejores plantas medicinales
          • Plantas-medicinalesLa salud de las plantas
          • cats-clawUña de gato
      • Cosmética natural
        • Close
          • foto 5 _lowEntrevista a Antonio Vega, fundador de Josenea y Laboratorios Equisalud
          • cosmetica-naturalCosmética natural Vs Cosmética artificial
          • belleza-toxicosCosmética convencional vs cosmética natural
          • radicales-libresRadicales libres y envejecimiento
          • belleza-toxicosBelleza sin tóxicos
          • aprendiendo-a-amarnosCosmética natural
      • Descanso
        • Close
          • madrugar11 trucos para aprender a madrugar con energía
          • importancia del sueñoLa importancia del sueño
          • descanso-corazón¿Cómo afecta al corazón dormir menos de seis horas?
          • art 10-1El buen descanso. La influencia del ambiente en la calidad del sueño y la salud
          • Cenar antes de dormirCenar dos horas antes de acostarse reduce el riesgo de cáncer de mama y próstata
          • Ruido¿Cómo te afecta el ruido que te rodea?
  • Entorno sano
    • Close
      • Contaminación electromagnética
        • Close
          • r-3-exposicion masiva impuesta campos electromagneticos-2Contaminación electromagnética y cáncer
          • Radiación-móvilesLos 10 móviles que más radiación emiten en el mundo
          • art 8-portadaEl teléfono móvil y la salud de los niños y jóvenes
          • 144763543_lowWifi en la escuela, ¿un riesgo para tus hijos?
          • r-3-exposicion masiva impuesta campos electromagneticosExposición masiva impuesta a campos electromagnéticos
          • r-3-entrevista raul de la rosaLa enfermedad silenciada. Entrevista a Raúl de la Rosa
      • Pesticidas
        • Close
          • Loving understanding boyfriend comforting consoling sad girlfrieEfectos reproductivos de los pesticidas
          • HST euHogar Sin Tóxicos se suma a la denuncia del Tribunal Europeo de Auditores sobre el incumplimiento en la reducción de pesticidas
          • pesticidas clorpirifosLa Comisión Europea prohíbe el clorpirifós, el pesticida más usado en España
          • art6-1Cáncer y tóxicos
          • Charla huerto Ladis 5Encuentro intergeneracional en el Huerto Ladis por ‘La Semana Sin Pesticidas’
          • encuentro-intergeneracional-huerto-ladisSemana Sin Pesticidas 2019
      • Tóxicos químicos
        • Close
          • Contaminantes químicosContaminantes químicos
          • frying-pan-2618192_192012 datos que debes conocer sobre los materiales de cocina
          • Ernte¿Estamos en buenas manos? El cóctel químico de cada día
          • tipografia titulo ESTLa campaña Hogar sin tóxicos publica el libro Embarazo sin tóxicos
          • art6-1Cáncer y tóxicos
          • art-embarazo-sin-tóxEmbarazo sin tóxicos
  • Sociedad sana
    • Close
      • Consumo responsable
        • Close
          • compra sostenible10 claves para hacer una compra más sostenible
          • recycle-5591472_1280¿Qué es el consumo responsable?
          • -greenfridayWEB¿Black o Green Friday? Ideas para darle la vuelta a la fiesta consumista
          • bolsa-red-frutas¿Cómo consumir menos alimentos envasados?
          • Huerto Urbano AdelfasHuertos urbanos: Un aprendizaje colectivo para cambiar las ciudades
          • Derechos ConsumidorDía Mundial de los Derechos del Consumidor
      • Relaciones sanas
        • Close
          • CARTEL-webinario-cinco-trucosCinco trucos para terminar con tus problemas de comunicación y ser más eficaz
          • fondo webinario comunicacion empaticaWebinario gratuito: Comunicación empática para la gestión de conflictos
          • fondo webinario ladrones del tiempo junio 18Webinario ‘Los Ladrones del tiempo’
          • shutterstock_197725622_lowCompasión, el secreto mejor guardado
          • fondo porque te he elegido como parejaConferencia gratuita: ¿Por qué te he elegido como pareja?
          • 160038791Raíces americanas, América: un continente por descubrir
  • Alimentación saludable
    • Close
      • Desayunos saludables
        • Close
        • arepas-aguacateArepas de aguacate y queso
      • Comidas saludables
        • Close
        • Alubias con verdurasAlubias con verduras
        • pure-coliflor-puerrosPuré de coliflor y puerros
        • sopa de calabaza y salviaZumo verde con sopa de calabaza y salvia
      • Cenas saludables
        • Close
        • tarta integralTarta integral de cebolla caramelizada y queso
  • Eventos
  • Descargas

Tóxicos y entorno saludable

¿Estamos siendo envenenados como Blancanieves?

19 Sep, 2017 - Persona sana, Revista, Tóxicos y entorno saludable

«Una manzana al día mantiene al médico alejado”, es lo que dice un popular refrán inglés que proviene de la Antigua Roma. De hecho, los romanos creían que las manzanas tenían poderes mágicos para curar enfermedades. Una fruta simbólica que también tiene un significado religioso y místico en la Historia.

Muchos estudios internacionales demuestran que consumir fruta, verdura, cereales integrales y otros alimentos, puede reducir el riesgo de desarrollar muchas enfermedades, entre otras el cáncer, la diabetes, el Alzheimer o el envejecimiento.

Sin embargo, la intensificación de la agricultura, con un aumento del uso de pesticidas, así como la industrialización de la producción de alimentos, el uso de aditivos y conservantes, así como los rápidos cambios en la ciencia y la tecnología, han tenido un impacto significativo sobre lo que comemos, bebemos y respiramos cada día. La manzana, por ejemplo, es una de las frutas que contiene más residuos de pesticidas, y eso la hace menos saludable y atractiva. Ningún alimento que hoy día llega a nuestros platos está libre de estos químicos. Este escenario recuerda más a la manzana tóxica del cuento de Blancanieves. ¿Estamos entonces contaminados por lo que consumimos?

La mayoría de la fruta y verdura que comemos está contaminada con residuos de pesticidas.

Lamentablemente esto no es nada extraordinario: la mayoría de la fruta y verdura que comemos está contaminada con residuos de pesticidas. Los pesticidas o plaguicidas son sustancias químicas producidas por el hombre, utilizadas para extinción de plagas, moho, etc. Se usan en la agricultura, en los espacios públicos, en los bosques o en la jardinería, y pueden ser dañinos, incluso a niveles muy bajos. Su uso es muy común, y ni siquiera nos damos cuenta de que estamos expuestos de manera involuntaria a varias sustancias químicas cada día. Un gran número de estos pesticidas pasa a formar parte del suelo, del aire y de nuestra alimentación. Más del 50% de las frutas y de las verduras no ecológicas analizadas contienen pesticidas, y todas las personas que las consumen (incluidos bebes, niños, mujeres embarazadas, ancianos y enfermos) se ven perjudicadas. Solo la agricultura ecológica no los utiliza, respeta a la naturaleza y usa productos y métodos alternativos.

¿No te sorprende que haya tantos residuos de pesticidas en toda la fruta y verdura que son tan cruciales para nuestra salud? Pues no estás solo. Un estudio sobre alimentación realizado por la Comisión Europea en 2010 ha observado que 3 de cada 10 europeos consideran los residuos de pesticidas en la comida como una preocupación importante. Esta preocupación es especialmente relevante en Grecia (el 91% de los encuestados estaba preocupado), Italia (85%), Luxemburgo (85%) y Francia (80%). ¿Están justificadas estas preocupaciones en torno a estas sustancias?

Según estudios de la ONG europea PAN Europe de 2012, alrededor de la mitad de nuestros alimentos están contaminados con residuos de pesticidas, y el 25% contiene múltiples residuos. En varias ocasiones se encontraron más de 10 pesticidas en una única muestra de alimentos. La exposición a estas mezclas de pesticidas es muy probable al encontrarse en muchos alimentos diferentes, y todavía no está muy claro cómo esta acumulación de varias sustancias químicas puede afectar al cuerpo humano a largo plazo.

Algunos pesticidas son disruptores endocrinos, es decir, sustancias químicas capaces de alterar el sistema hormonal, tanto en seres humanos como en animales, responsable de múltiples funciones vitales como el crecimiento o el desarrollo sexual. Al limitar o alterar el efecto de las hormonas, los disruptores endocrinos pueden enviar mensajes confusos al organismo ocasionando diversas disfunciones. Sus impactos también pueden ser imperceptibles durante una generación o dos, a pesar de que nunca hayan estado directamente expuestos a los disruptores.

Un buen ejemplo es el DDT, un pesticida ya prohibido hace 30 años, pero que sigue en nuestra sangre. Un bebe recién nacido puede llevar un abanico de sustancias químicas que le ha pasado su madre por la placenta. Es decir, que estas sustancias se quedan en nuestro cuerpo muchos años y pueden afectar así dos a tres generaciones.

Estudios científicos han relacionado el uso de pesticidas con consecuencias muy serias para el medioambiente y para nuestra salud. Han revelado una posible relación entre la exposición a estas sustancias con la aparición de ciertos tipos de cáncer (leucemia, cáncer cerebral, cánceres por trastornos hormonales), problemas del sistema reproductor y del sistema hormonal, malformaciones o retrasos en el desarrollo y crecimiento de los recién nacidos, etc.

Además, los pesticidas tienen impactos graves en el medioambiente y en la biodiversidad por contaminar las aguas y por causar la extinción de muchas especies. Las consecuencias en la biodiversidad ya son muy visibles. En los últimos meses ha habido mucha polémica acerca de la preocupante desaparición de las abejas. Ranas, mariposas, y muchos más animales e insectos clave para el equilibrio de la naturaleza están amenazados.

Cada año, el uso de pesticidas se cobra víctimas sobre todo en las poblaciones que trabajan directamente cada día con estas sustancias. Los trabajadores que las manipulan muchas veces no conocen todos los peligros y accidentes que pueden provocar. La OMS estima que el número de muertes por intoxicación aguda de pesticidas puede llegar a 350.000 por año a nivel global.

Varios agricultores han sido víctimas por estar expuestos accidentalmente a pesticidas en el trabajo, con consecuencias serias para su salud. Hay pocos médicos que son especialistas en los efectos que causan los pesticidas. Para un afectado es muy difícil demostrar el vínculo entre su enfermedad y su exposición laboral a estos tóxicos. Muchos tienen que luchar por sus derechos e incluso para ser reconocidos como víctimas.

Ante esta situación, en Francia se ha creado la asociación Phyto Victimes para apoyar a dichos agricultores. El presidente de la asociación es el agricultor francés Paul François, que fue él mismo una víctima. Inhaló gases procedentes del pesticida “Lasso”, y desde entonces sufre problemas neurológicos. Este agricultor llevó a los tribunales a Monsanto, empresa gigante de agricultura y biotecnología, y ganó, un hecho que ha sido calificado como una victoria histórica.

Varias ONGs a nivel mundial denuncian el uso excesivo de los pesticidas y la falta de precaución. Solamente en la UE, se estima que hay más de 200.000 toneladas de pesticidas utilizados cada año. Francia es el principal usuario de pesticidas en Europa al utilizar más de 60.000 toneladas de estos productos anualmente. En España, el uso de pesticidas tampoco está mucho mejor. La Comisión Europea regula a nivel europeo la utilización de los pesticidas, pero aun así, el uso sigue siendo muy alto.

Cada día estamos más expuestos a varios pesticidas y sustancias químicas, y todavía no hay suficientes pruebas que nos demuestren cuáles son todos los impactos a largo plazo. Lo que es preocupante es que se nota un aumento significativo de casos de cáncer, de alergias y otros problemas de salud.

Para sensibilizar sobre los impactos de los pesticidas y sus alternativas, en el año 2006 se puso en marcha la campaña internacional Semana sin Pesticidas; una iniciativa promovida por la ONG francesa Générations Futures y la ACAP, un grupo formado por 170 organizaciones. Esta campaña se celebra anualmente los diez primeros días de la primavera, del 20 al 30 de marzo, con miles de eventos organizados en todo el mundo por voluntarios, asociaciones, escuelas, etc.

La primavera no sólo comienza con los primeros rayos del sol, bonitas flores y pájaros cantando, sino también con la fumigación de pesticidas en el campo y en los espacios públicos como los jardines de las ciudades donde juegan los niños.

Esta acción nos recuerda que cada uno de nosotros estamos expuestos a pesticidas en diferentes niveles, en función de nuestro trabajo, lugar de residencia o alimentación. Es importante comer sano y consumir fruta y verdura, pero también es importante mirar qué comemos.

Autor: Nadia Bennich
Web: semana-sin-pesticidas.org
Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº2

19 Sep, 2017 - Persona sana, Revista, Tóxicos y entorno saludable

La peste de los pesticidas sintéticos

19 Sep, 2017 - Revista, Tóxicos y entorno saludable

La inmensa mayoría de los cerca de 1.400 millones de hectáreas agrícolas que tiene el planeta son rociadas cada año, normalmente varias veces y con diferentes productos, con millones de toneladas de centenares de tipos distintos de pesticidas sintéticos: insecticidas, herbicidas, fungicidas, etc.

Es importante tener esa escena global en mente para darse cuenta de las proporciones del fenómeno. Pensar que cada metro cuadrado, a lo largo y ancho de esa vasta superficie planetaria, y en los más diversos climas y paisajes, recibe indefectiblemente esas dosis de veneno. En los campos de África, Asia, Europa, América, y en todo tipo de cultivos. Solo una parte de esos productos acaba realmente en las plantas y alcanza su objetivo. Mucho queda en los suelos, es arrastrada por el agua, llevada por el viento… Aparte de ello, los pesticidas son empleados también en parques, jardines, campos de golf, edificios… Pero el mayor volumen de uso de ellos es, con diferencia, en la agricultura. Solo los cerca de 37 millones de hectáreas de agricultura ecológica que hay en el mundo se libran de ellos.

SUSTANCIAS DISEÑADAS PARA DAÑAR ORGANISMOS

Los pesticidas son sustancias diseñadas para dañar organismos vivos, que se difunden intencionadamente en el medio ambiente y aunque teóricamente buscan dañar solo a una serie de organismos diana (hierbas, hongos, insectos…) frecuentemente afectan de forma contundente a otros seres vivos. A veces a criaturas que son absolutamente esenciales y beneficiosas, incluso para los propios cultivos, como es el caso de los insectos polinizadores, cuya labor es básica para la productividad de muchos de los cultivos más rentables.

El uso de los pesticidas, más allá de conseguir el pretendido daño a las plagas –que frecuentemente se han hecho resistentes– se ha saldado con relevantes impactos en la salud humana y la biodiversidad, así como en el medio ambiente, amenazando, por ejemplo, la calidad de las aguas superficiales y subterráneas en vastas regiones del planeta.

UNA AGRICULTURA “TOXICÓMANA”

Un problema central es la insostenible dependencia de los pesticidas sintéticos en la agricultura, el cual ha traído consigo un crecimiento del volumen del uso global de estas sustancias en las últimas décadas. Se estima que en el mundo se consumen anualmente al menos cuatro millones de toneladas de pesticidas, contando solo el principio activo de las mezclas que se ponen a la venta (con lo cual la cifra real puede ser muy superior). Se asume que el nivel actual de utilización de estas sustancias es irracional. Es como sí, de algún metafórico o no metafórico modo, una buena parte de la agricultura mundial fuese “toxicómana” y requiriese de dosis crecientes de estos tóxicos para producir, o esa es la creencia de muchas personas, creencia alentada por las industrias que comercializan los pesticidas. El fenómeno es especialmente patente en ciertos cultivos que han sido manipulados genéticamente para resistir un mayor uso de algunos pesticidas y en los cuales los crecimientos de uso de los mismos han sido terribles. De hecho, el tema de los transgénicos ha sido movido, singularmente, por grandes compañías fabricantes de pesticidas.

La necesidad de acabar con la dependencia de los pesticidas sintéticos es un hecho reconocido, incluso por organismos especialmente conservadores y repletos de servidumbres, como la FAO que, en sus documentos, aclara que el uso de la química sintética para combatir las plagas en la agricultura debe de ser siempre la última opción, pero que la poderosa influencia de la industria de los pesticidas hacen que no se aplique. También la Unión Europea, en su Directiva de pesticidas, establece como objetivo terminar con la dependencia de estos productos y reducir el uso de pesticidas. Lo mismo pasa con otros organismos internacionales. El problema es que con excepción de algunos pocos países, como Dinamarca, no se adoptan medidas concretas en ese sentido. Resumir los daños que produce en el mundo el uso de pesticidas es una labor poco menos que imposible. Son tantos y de tal calibre que verdaderamente horrorizan, y deberían mover a urgentes acciones locales, regionales, nacionales e internacionales para poner fin, de una vez por todas, a un sistema demencial basado en envenenar a gran escala para producir alimentos.

DAÑOS A LA NATURALEZA

Los estragos causados a la Naturaleza son tremendos. Recientemente, un grupo de trabajo científico de la Unión Internacional para la Defensa de la Naturaleza (UICN) realizó un informe, basado en más de 800 estudios. A pesar de que solo se refería a un tipo de pesticidas –los insecticidas sistémicos, como los neonicotinoides– desvelaba la grave “amenaza global para la diversidad biológica” que suponían. Elementos básicos para el funcionamiento y productividad de los ecosistemas estarían siendo alterados por estos venenos. Este informe pasaba revista a lo que sucede con las abejas, que pueden verse afectadas en su capacidad de navegación, aprendizaje, búsqueda de alimento, longevidad, resistencia a las enfermedades, fecundidad, etc., y de otros insectos claves en la polinización como los abejorros o las mariposas. Asimismo denunciaba efectos graves en criaturas fundamentales como las lombrices de tierra, los microorganismos del suelo o infinidad de invertebrados acuáticos. También en las aves, los peces y los anfibios. Como decía Jean-Marc Bonmatin, del National Centre for Scientific Research en Francia, uno de los principales autores del estudio: “Lejos de proteger la producción de alimentos, el uso de pesticidas neonicotinoides está amenazando la infraestructura misma que la hace posible, poniendo en peligro a los polinizadores, la trama básica de los hábitats y los organismos que mantienen a raya las plagas de manera natural en el corazón mismo del funcionamiento de un ecosistema”.

Muchos de los seres afectados juegan papeles clave en los ecosistemas terrestres y acuáticos relacionados con la descomposición de los residuos y el ciclo de los nutrientes, la producción de cosechas, el control biológico de las plagas, o la polinización, cuyos valores económicos son exorbitados. En cualquier caso, como ya se ha dicho, el informe citado relata efectos de un único tipo de pesticidas. Hay muchos estudios que asocian, por supuesto, otras clases de estas sustancias con infinidad de daños sobre ésas y otras criaturas. Entre ellos, algunos que muestran como en las zonas en las que no se usan pesticidas se dobla la biodiversidad.

DAÑOS A LAS PERSONAS

Las personas también son víctimas de esta especie de “guerra química”. En el mundo, especialmente entre los agricultores, se producen millones de intoxicaciones y centenares de miles de muertes anualmente por causa de la exposición aguda a los pesticidas, dos terceras partes de ellas en países en desarrollo. Junto a las intoxicaciones no deseadas conviene destacar, además, que los pesticidas son uno de los sistemas de suicidio más utilizados a escala global.

Estimaciones antiguas, de 1990, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), basadas en extrapolaciones desde datos muy limitados, hablaban de que cada año se producen cerca de un millón de intoxicaciones agudas no intencionadas y otros dos millones de personas que eran hospitalizadas por intentos de suicidio con estos productos, produciéndose unas 220.000 muertes (muchas intencionales pero una parte de ellas no). Aunque esos datos por sí solos ya deberían justificar una contundente actuación internacional, valoraciones científicas más recientes hablan de cifras muy superiores.

Como la mayoría de los afectados no acude a los hospitales –hay que pensar que buena parte de las intoxicaciones acontecen en países pobres y en lugares remotos–, no se registran buena parte de los casos. Estudios realizados en algunos países muestran que solo un 5% de los envenenamientos agudos eran recogidos en el registro oficial. Teniendo en cuenta hechos como estos, algunas estimaciones establecen que podría haber hasta 25 millones de trabajadores agrícolas que cada año sufre algún tipo de envenenamiento con pesticidas en el mundo. En algunos países la intoxicación aguda con pesticidas puede llegar a ser una preocupación de salud tan seria o más que las enfermedades infecciosas.

Estamos hablando, por otro lado, solo de las intoxicaciones más evidentes, y no de otros efectos de exposiciones crónicas a los pesticidas, a niveles algo más bajos, pero más altas que la media de la población general, que muchos estudios asocian a excesos de riesgo de las más diversas patologías (algunos tipos de cáncer, desórdenes neurológicos, infertilidad…) entre los agricultores y fumigadores.

INFANCIA ENVENENADA

Un hecho notable, según la Organización Internacional del Trabajo (ILO), es que en muchos países en vías de desarrollo las tasas de trabajo infantil son muy altas y la exposición a pesticidas es uno de los riesgos más relevantes que padecen los cerca de 68 millones de niños y adolescentes que tienen trabajos peligrosos en la agricultura mundial. Niños que pueden ayudar a sus padres a recoger cosechas impregnadas de pesticidas e incluso colaborar en el propio manejo y aplicación de los mismos, entre otras posibilidades de riesgo como simplemente jugar en los campos tratados o vivir junto a los campos que se fumigan, respirando los productos. Niños que, por una serie de razones, sufren un mayor índice de incidentes que los adultos y cuyos cuerpos en formación son infinitamente más vulnerables. Como con los adultos, no solo preocupan las intoxicaciones agudas, sino los efectos de exposiciones crónicas a niveles más bajos de pesticidas que pueden tener que ver con notables incrementos de riesgo en los cánceres infantiles, en las deformidades del aparato reproductor, en problemas relacionados con el desarrollo cerebral, etc., que han sido descritos en infinidad de investigaciones científicas.

ZONAS CALIENTES

Hay zonas del mundo donde los problemas causados por los pesticidas son bien patentes y originan fuertes movilizaciones sociales, como sucede ahora, por ejemplo, en Argentina, Paraguay y otras zonas de Sudamérica con los cultivos de soja transgénica generosamente regados con el glifosato de la multinacional Monsanto. No faltan científicos que denuncian fuertes incrementos de casos de cáncer o malformaciones congénitas. También han originado gran revuelo los efectos de las fumigaciones realizadas sobre los cultivos de coca en las selvas andinas o casos como el del pesticida DBCP en los cultivos plataneros de Centroamérica, que llegó a los tribunales estadounidenses por las denuncias de muchos afectados. Qué decir de casos tan sangrantes como los de los centenares de miles de personas afectadas, aún hoy en día, por el uso de defoliantes en Vietnam hace décadas o por el accidente de Bhopal, en la India.

EFECTOS EN LA POBLACIÓN

Para comprender realmente el impacto de los pesticidas en la salud humana, en cualquier caso, no conviene centrarse solo en los casos más llamativos, o solo en las personas expuestas a niveles más altos de pesticidas (como los agricultores). Sería desenfocar el problema. En realidad, los pesticidas pueden tener efectos sobre sectores poblacionales mucho mayores. A niveles más bajos de concentración.

La literatura científica sobre los efectos que pueden causar los pesticidas es amplísima y describe infinidad de problemas sanitarios que padecen quienes se exponen directamente a estos productos, beben de las aguas contaminadas por ellos (a veces a grandes distancias de las zonas donde se usan) o, entre otras posibilidades, que frecuentemente coinciden en la misma persona, acumulan en sus cuerpos cantidades mayores o menores de los residuos de estas sustancias que persisten en los alimentos. Existiendo, tal y como reconoce la FAO, una “creciente atención sobre los efectos sobre la salud a largo plazo, incluyendo los carcinogénicos y de alteración del sistema hormonal, y los efectos combinados que los residuos múltiples de plaguicidas pueden tener sobre grupos vulnerables”.

UNA TOXICOLOGÍA QUE NO NOS PROTEGE

Los avances en el conocimiento toxicológico no hacen más que incrementar el nivel de alerta, al haberse puesto en evidencia que ciertos sistemas de evaluación de los riesgos que han venido aplicándose han podido subestimar gravemente los efectos reales de muchas de estas sustancias. No solo de algunas que se tenía identificadas como más peligrosas, sino también de otras pertenecientes a tipos de pesticidas más ampliamente usados hoy en día y que se tenían por más seguros.

Agencias reguladoras como la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) –lastradas por diversos escándalos de conflictos de interés con la industria química– han pasado por alto hechos importantes a la hora de establecer, por ejemplo, los límites legales de pesticidas presentes en alimentos como buena parte de las frutas y verduras. Además, esos límites se han hecho muchas veces, ante todo basándose en estudios, muchas veces secretos, de la propia industria fabricante de los pesticidas, y sin tener en cuenta debidamente millares de estudios realizados por la ciencia académica más seria y rigurosa que frecuentemente concluían que podía existir un riesgo.

Se han cometido, además, errores garrafales, como evaluar la toxicidad de solo el llamado principio activo y no de la totalidad de la mezcla del producto puesto a la venta, cuando se sabe que en este último caso los efectos podrían ser mucho mayores. No solo eso, sino que también se ha evaluado la toxicidad de cada principio activo en solitario, sin considerar que en una misma pieza de fruta o de verdura, por ejemplo, y no digamos en las diferentes otras frutas y verduras y demás alimentos, puede haber a la vez diferentes pesticidas y que, de nuevo, estos podrían tener (como se ha visto ya en diferentes investigaciones) efectos sinérgicos o sumatorios de toxicidad para un mismo efecto. Por no hablar de otros numerosos contaminantes diferentes de los pesticidas a los que nos exponemos también a la vez que a aquellos y que también podrían interactuar. Además, y por no seguir con más ejemplos, tampoco se han considerado debidamente ciertos efectos que, como los de la disrupción endocrina ya citada, podrían generarse potencialmente a concentraciones bajísimas y a largo plazo, no existiendo, como dicen importantes documentos científicos, un umbral seguro claro de exposición a las sustancias con estas propiedades capaces de alterar el equilibrio hormonal, especialmente en las primeras etapas del desarrollo humano tales como el feto o la infancia, cuando a veces a niveles bajísimos de concentración se pueden producir efectos.

No entramos, por otro lado, en la dosis de arbitrariedad que hay en unos criterios toxicológicos que se han venido usando para evaluar la toxicidad de los pesticidas, desarrollados y/o sostenidos muchas veces por toxicólogos con nexos industriales y basados poco más que en ideas trasnochadas del siglo XVI (las de Paracelso) acerca de que solo las altas dosis de un veneno pueden causar efectos y en inventos sacados de la chistera como el “factor de incertidumbre” o de “seguridad”, sobre el que tanto podría hablarse. Criterios muy discutidos pero que sirven, no obstante, para fijar los Límites Máximos de Residuos (LMRs) o la Ingesta Diaria Aceptable (IDA), que pasan por ser la supuesta última línea de defensa que nos protege de los efectos de los pesticidas que ingerimos.

LOS NIVELES “LEGALES” DE PESTICIDAS QUE INGERIMOS

Muchas personas no están tranquilas aunque la autoridades, por ejemplo en Europa, intenten tranquilizar a la población cuando se hacen públicos datos como los de presencia de pesticidas en un notable porcentaje de frutas y verduras europeas (en cerca de un 44% de media) diciendo que solo es preocupante, o ni siquiera, en los pocos casos, como de un 2%, en los que se supera el LMR. De hecho, los datos del Eurobarómetro reflejan que, de hecho, la presencia de residuos de pesticidas en los alimentos es la principal preocupación de los europeos vinculada a los riesgos alimentarios. Como sí, a pesar de la escasa información que se da a los ciudadanos, estos compartiesen las preocupaciones, ya comentadas, de la comunidad científica.

Tampoco ayudan a crear confianza decisiones como la de la Comisión Europea en 2008 cuando, alegando “armonizar” los Niveles Máximos de Residuos de pesticidas en toda la Unión Europea –ya que estos variaban mucho entre países– en lugar de optar por elegir los más bajos y exigentes (como era el caso de los de países como Alemania o Austria) optó más bien por lo contrario. De modo que se optó por niveles que en algunos casos eran incluso centenares de veces más altos. Ello a pesar de que la normativa europea insiste en que siempre ha de aplicarse los criterios más exigentes para proteger la salud.

Como reducir mucho o eliminar la presencia de una serie de omnipresentes contaminantes, como muchos pesticidas, supondría enfrentarse con una serie de intereses, parece que se opta, más que por eliminar los riesgos, por convivir por ellos, estableciendo que todo es cuestión de “gestionar” los riesgos, estableciendo niveles “aceptables” de presencia de esos contaminantes en nuestros cuerpos. Niveles “aceptables” que se fijan del modo que ya hemos someramente descrito.

Al mismo tiempo, se nos intenta convencer de que bueno… que vivimos en la “sociedad del riesgo”. Que siempre hay que correr algún riesgo, y que, en todo caso, supuestamente, los beneficios de correrlo superan a los riesgos. En este caso, se dice que no podría alimentarse a la Humanidad sin los pesticidas porque estos, dicen, son esenciales para conseguir una alta productividad agrícola. Sin embargo, ¿es eso cierto?

LA AGRICULTURA PUEDE SER PRODUCTIVA SIN PESTICIDAS

Recientemente una revisión de 115 estudios científicos que comparaban la productividad de la agricultura convencional (con uso de pesticidas) con la agricultura ecológica (que prescinde de ellos) mostraba claramente que las diferencias de productividad entre unos y otros sistemas son mucho menores que las que ciertas voces interesadas pregonan. La revisión, realizada por científicos de la Universidad de Berkeley, establecía que la agricultura ecológica podría y debería alimentar a la Humanidad. Que no solo es viable, sino que si no se hace será la propia sostenibilidad de la agricultura la que estará en riesgo, ante los efectos causados por la agricultura basada en la química que origina hondos impactos ecológicos y sanitarios, así como de empobrecer los suelos. Además, ¿a quién se quiere engañar? ¿Acaso Europa, por ejemplo, tiene problemas de falta de productividad agrícola? ¿No es más bien al contrario? Europa, desde hace mucho, lo que tiene es problemas de excedentes, de excesos de producción. Y a nivel planetario, incluso en los países más pobres, ¿desde cuándo el problema ha sido que falten alimentos? Se sabe desde siempre, y la FAO insiste en ello por activa y por pasiva, que lo que hay no es falta de producción, sino que hay quienes no tienen recursos para comprar esos alimentos. Por cierto, que esto es así, en buena medida por un sistema agro-industrial que no solo envenena masivamente la tierra sino que es injusto y despiadado socialmente.

Por otro lado, cuando se nos habla de “rentabilidad” de la agroquímica ¿se están haciendo bien las cuentas? ¿Se ha metido en los cálculos el terrible coste sanitario –y no digamos de sufrimiento– de tanta gente que enferma y muere?, ¿se ha calculado lo que costaría regenerar los acuíferos contaminados con pesticidas?, ¿se incluye en el balance lo que cuesta la pérdida de biodiversidad causada por estas sustancias? Por ejemplo, ¿se han computado las decenas de miles de millones de euros que aporta la polinización y lo que supone perderla? Según la Comisión Europea, el valor de la polinización en Europa sobrepasa los 22.000 millones de euros anuales. En el mundo la cosa llegaría a los 265.000 millones anuales. ¿Se ha incluido en las cuentas que cada vez los pesticidas tienen menos efectos por las resistencias que generan? ¿Se ha incluido que el uso de pesticidas ha hecho aparecer plagas que antes no existían al acabar con sus enemigos naturales? ¿Cuántas cosas no se computan? Metamos esos costes y veamos si salen las cuentas y a favor de quien. La agricultura industrial basada en la química es ruinosa para la mayoría y solo beneficiosa para unos cuantos. La transición global hacia la agricultura ecológica es la única salida.

Autor: Carlos de Prada, responsable de la campaña Hogar sin tóxicos

Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº6

19 Sep, 2017 - Revista, Tóxicos y entorno saludable

Tóxicos en el plato

19 Sep, 2017 - Persona sana, Revista, Tóxicos y entorno saludable

Desde siempre se conoce el papel clave de la alimentación en la salud. Y se ha hecho mucha divulgación sobre lo que debería ser una dieta sana, pero, casi siempre, olvidando un aspecto crucial del asunto.

Se ha hablado mucho de calorías, hidratos de carbono, grasas, antioxidantes y minerales, pero poco o nada, por ejemplo, de contaminantes industriales, residuos de pesticidas o aditivos que también pueden estar presentes en los alimentos.

Es como sí, de algún modo, los consejos nutricionales se diesen pensando en la composición que los alimentos tenían hace 100 años pero no en la que, de hecho, tienen ahora.

Hoy, muchas veces, nuestros alimentos pueden estar repletos de sustancias contaminantesque de forma natural no tendrían. Como dice el refrán, “de lo que se come se cría”, y si se comen tóxicos pueden “criarse” problemas de salud. Máxime cuando se sabe que muchos de los contaminantes alimentarios han sido identificados como cancerígenos, tóxicos reproductivos, neurotóxicos, alergénicos, etc.

La verdad es que la lista de sustancias que pueden contaminar la comida es interminable, así que solo citaremos unas pocas. Por ejemplo, los residuos de pesticidas, que según los informes de la propia Unión Europea están presentes en un notable porcentaje de las frutas y verduras no ecológicas que llegan a los mercados. O los ftalatos y el bisfenol A, procedentes de diversos recipientes en los que se envasan los alimentos, y desde cuyo interior migran a la comida, contaminándola, especialmente si se calientan. O ciertos compuestos perfluorados, que podrían proceder del recubrimiento antiadherente de algunas sartenes.

Ciertos contaminantes alimentarios proceden de la emisión o vertido a la atmósfera, ríos, mares y suelos de sustancias persistentes y bioacumulativas que se concentran en niveles crecientes, según se asciende por la cadena alimentaria (dioxinas, PCBs, hexaclorobenceno, lindano, PCBs, DDE…). Por otro lado, algunos alimentos, como ciertos pescados, pueden contener una alta presencia de metales pesados, como el mercurio, y hay que saberlo. Por esta razón, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, aunque con retraso, llegó a desaconsejar a las mujeres embarazadas y niños menores de tres años el consumo de especies como el atún rojo o el pez espada.

Los posibles contaminantes de nuestra comida son muchos. Y muchos pueden ser los efectos a los que han sido asociados por millares de investigaciones científicas. Muchas veces estos efectos se dan a niveles bajísimos de concentración, lo que pone en cuestión los límites “seguros” de contaminación que han venido estableciendo las autoridades, en principio para velar por la seguridad alimentaria, como por ejemplo, la famosa Ingesta Diaria Admisible (IDA), que sería la cantidad de tóxicos que, según se dice, podemos ingerir sin sufrir consecuencias, y que ha sido puesta reiteradamente en tela de juicio por la comunidad científica Porque hoy se sabe, por ejemplo, que muchos de esos contaminantes son disruptores endocrinos, esto es, sustancias que pueden alterar el equilibrio hormonal del organismo, y que muchas veces, pueden hacerlo casi a cualquier concentración por baja que sea, especialmente si la exposición a esas sustancias se da en periodos críticos del desarrollo, como en el embarazo.

Además, las autoridades han evaluado la toxicidad de las sustancias una a una, pero no el efecto conjunto de todo el cóctel de contaminantes que ingerimos a diario y que puede ser mucho mayor.

El problema es serio pero también es mucho lo que podemos hacer. Si no para eliminarlo del todo sí para reducir su impacto. El antídoto principal es la información. Comer sabiendo, en la medida de lo posible, qué comemos. Ver qué alimentos pueden contener más o menos una serie de sustancias y optar por los menos contaminados. Por ejemplo, los alimentos ecológicos, que contienen menos residuos de pesticidas. Y siendo conscientes de una serie de cosas básicas que pueden ayudarnos a evitar la presencia de algunos contaminantes, por ejemplo, no calentando alimentos en determinados recipientes, como los de plástico o las latas. Y teniendo siempre un espíritu crítico que nos lleve a no confiar ciegamente en que las autoridades ya lo están “controlando”, sino que tenemos que asumir que debemos tener un papel consciente y activo para proteger nuestra salud y la de nuestras familias.

Autor: Carlos de Prada
Web: www.hogarsintoxicos.org

Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº5

19 Sep, 2017 - Persona sana, Revista, Tóxicos y entorno saludable

¿Quiere comer usted un poquito de Bisfenol A?

19 Sep, 2017 - Persona sana, Revista, Tóxicos y entorno saludable

Aunque es probable que mucha gente ni siquiera haya oído hablar de  esta sustancia y su nombrecito le suene a chino, la mayor parte de los occidentales tenemos ya bisfenol A en nuestro cuerpo y podría estar causando estragos en la salud de muchas personas.

El bisfenol A es una sustancia que está presente en plásticos ampliamente usados como el policarbonato y, frecuentemente, en resinas epoxi que recubren el interior de muchas latas de comida y bebida. ¿Quiere usted comer un poquito de bisfenol A? habiéndose documentado que migra desde tales superficies interiores hacia el alimento contenido en ellos. Esta última circunstancia es, precisamente, uno de los elementos principales de preocupación ya que se sabe que la alimentación es la principal vía de llegada de este contaminante a nuestro organismo. Sin embargo, hasta ahora, la única medida acometida a nivel europeo ha sido eliminar el bisfenol A en los biberones infantiles. Mientras, persiste en muchos otros materiales en contacto con alimentos como pueden ser las latas citadas, que pueden ser una fuente de contaminación no solo para los adultos sino también para niños y, lo que es aún más preocupante, para los fetos en desarrollo dentro de mujeres embarazadas.

Centenares de estudios científicos han asociado esta sustancia, incluso a niveles bajísimos de concentración, a posibles efectos sobre el aparato reproductor o el desarrollo del cerebro, diabetes, enfermedades cardiovasculares o, entre otras cosas, probablemente, algunos cánceres. Niveles de concentración frecuentemente semejantes a aquellos a los cuales, de hecho, dicha sustancia es detectada ya en los cuerpos de un amplio porcentaje de los occidentales.

Más del 90% de los estudios realizados con financiación pública concluyen que el bisfenol A puede causar efectos. Solo unos pocos estudios, pagados por la propia industria interesada, dicen lo contrario.

Los expertos, ante la evidencia científica existente, piden que se aplique el Principio de Precaución reduciendo la exposición humana a este contaminante, dentro de lo cual es clave eliminar la principal vía de exposición humana al más estudiado de los contaminantes hormonales. Esto es, la vía alimentaria.

Todo ello está en consonancia con el reciente informe de la Organización Mundial de la Salud sobre los efectos de los disruptores endocrinos, esto es, las sustancias que —como el bisfenol A— pueden causar alteraciones en el equilibrio hormonal del organismo. Informe que solicitaba que se redujese la exposición a este tipo de sustancias.

Dentro de esas actuaciones que la comunidad científica reclama para proteger la salud humana de la amenaza de los disruptores endocrinos, asociados al auge de múltiples problemas sanitarios (desde los problemas de fertilidad al cáncer, pasando por otros muchos), el asunto del bisfenol A es clave. Porque el bisfenol A es el disruptor endocrino más estudiado y sobre el que los científicos han intentado hacer más presión sobre los políticos a fin de que se adopten medidas.

Lo que se consiga con el bisfenol A puede marcar lo que luego suceda con otras muchas sustancias que actúan como disruptores endocrinos. Están en juego importantes temas como el reconocimiento de que estos contaminantes causan efectos a niveles muy bajos de concentración. Frecuentemente mucho más bajos de lo que establecen los supuestos niveles “seguros” que dictan agencias como la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Entidad en la que se han denunciado escandalosas circunstancias de conflictos de interés, esto es, de presencia en sus órganos de evaluación y decisión, de personas ligadas a las industrias que debieran ser controladas.

Que agencias como la EFSA ignoren lo que están diciendo cientos de investigaciones científicas realizadas frecuentemente por los más prestigiosos expertos mundiales en el tema y publicadas en revistas científicas del máximo nivel a la vez que presta atención a unos pocos estudios dudosos financiados por las propias industrias, está creando una gran indignación en la comunidad científica.

Francia, país con una Ciencia de primer nivel en estos asuntos, decidió hacer lo que la EFSA no hacía y encargó una evaluación de los riesgos del bisfenol A a sus entidades sanitarias competentes que, tras revisar centenares de estudios, publicaron unos informes que sirvieron de base para las contundentes medidas que anunciaría la nación gala.

En diciembre de 2012 la Asamblea Nacional francesa, por 348 votos a favor y solo dos en contra, resolvió eliminar la sustancia en todos los recipientes alimentarios (yendo más allá de la medida de eliminarlo solo en biberones infantiles que está en vigor en la UE desde 2011 y que es claramente insuficiente).

Francia solicitó además que se hiciese lo propio a escala de toda la UE.

Uno de los motivos singulares de preocupación es, como se ha dicho, la exposición de las mujeres embarazadas a este tipo de sustancias, ya que se sabe que los efectos sobre el feto pueden ser mayores que sobre los niños. Y esa exposición solo puede prevenirse con medidas como la eliminación del bisfenol A en todos los envases y recipientes de alimentos y bebidas con independencia de la edad de las personas a los que vayan destinados.

En España, la única iniciativa de relieve que se ha acometido en este asunto crucial, ha sido la emprendida por la campaña Hogar sin Tóxicos (www.hogarsintoxicos.org) de la Fundación Vivo Sano que ha lanzado una propuesta para la eliminación del bisfenol A, en cualquier tipo de material en contacto con alimentos. Propuesta que han apoyado ya importantes científicos y organizaciones ambientales y sociales y que, además, ha cosechado ya, entre otras cosas, la presentación de dos proposiciones no de Ley en el Congreso de los Diputados instando al Gobierno a actuar.

La gran cuestión es si España se limitará a ir a remolque de la EFSA como ha hecho hasta ahora o si, a imagen de Francia, será capaz de actuar conforme a la evidencia científica existente.

La campaña Hogar sin Tóxicos ha elaborado un detallado informe— propuesta (que puede descargarse en internet) que detalla todos los argumentos que secundan la importancia de actuar en este tema. También, entre otras cosas, se ha puesto en marcha una recogida de firmas de apoyo (en la plataforma Lánzanos). Todo en paralelo con las diferentes gestiones que se están haciendo con las fuerzas políticas en el Parlamento, presencia en medios, inicio de actuaciones sobre empresas que puedan usar bisfenol A en sus envases, etc.

La petición básica es la prohibición de la fabricación, importación, exportación y venta de cualquier recipiente que pueda estar en contacto con alimentos y contenga bisfenol A. Y entre tanto, que los productos afectados porten una etiqueta con una advertencia sanitaria bien visible para las mujeres embarazadas, mujeres en periodo de lactancia y niños menores de tres años.

Autor: Carlos de Prada
Web: hogarsintoxicos.org

Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº2

19 Sep, 2017 - Persona sana, Revista, Tóxicos y entorno saludable

Tóxicos ocultos en la alimentación

18 Sep, 2017 - Persona sana, Revista, Tóxicos y entorno saludable

La mayor parte de las empresas no informan sobre la presencia de bisfenol A en las latas de comida.
El bisfenol A es una sustancia contaminante que centenares de estudios científicos asocian a problemas de salud y que todos los occidentales tenemos ya en nuestros cuerpos. Hasta hoy solo Francia ha decidido prohibir esta sustancia en los materiales, como son las latas en contacto con alimentos. Por ello, ante la dejadez de las autoridades españolas, que no han adoptado medidas, y para propiciar que los ciudadanos pudieran al menos estar informados de qué latas contienen o no esta sustancia, la campaña Hogar sin tóxicos de la Fundación Vivo Sano ha realizado una encuesta entre 101 empresas del sector alimentario en España.
Lamentablemente, más del 70% de las empresas encuestadas (que fabrican o venden conservas en España) no dieron información alguna sobre la presencia de bisfenol A en sus latas y envases. Ello evidencia una gran falta de transparencia en la industria en lo que respecta a la seguridad alimentaria y a la información al consumidor. Sólo 28 empresas aportaron información. De ellas, 10 manifestaron expresamente que el uso del bisfenol A es “seguro para la salud” y/o no dijeron haber tomado o estudiado tomar medida alguna para sustituirlo. Son empresas que se amparan cómodamente en que el uso de esta sustancia aún no esté prohibido en España, pero que no prestan atención al clamor de la comunidad científica que asocia los efectos de alteraciones hormonales que puede causar esta sustancia, aun a niveles bajísimos de concentración. En especial en sectores de población más vulnerables como las mujeres embarazadas.
El dato más positivo de la encuesta realizada es que hay siete empresas que declararon explícitamente haber retirado ya esta sustancia tóxica de todas sus latas y envases o que iban a hacerlo en 2015. Cinco de las empresas encuestadas declararon explícitamente haber retirado ya esta sustancia tóxica de todas sus latas y envases en el momento en el que se realizó la encuesta; otras ocho lo había sustituido en mayor o menor proporción o están en proceso de hacerlo (dos de ellas afirmaron que lo eliminarían a lo largo de este año); y cuatro empresas más estaban estudiando eliminarlo, sin mencionar un plazo concreto.
El hecho de que haya empresas que ya estén eliminando el bisfenol A en España es un dato muy positivo y deja en evidencia la inacción de la Administración, al mostrar que algunas empresas van por delante de ella y ya están trabajando para eliminar el bisfenol A de sus latas y envases de comida.
En cualquier caso es muy preocupante que, como ya se ha dicho, el 70% de las empresas no haya facilitado la información requerida. No sólo denota una mala comunicación con el público y un nivel de transparencia manifiestamente mejorable, sino que además pasa por alto el derecho de los consumidores a ser informados sobre los productos que consumen, y más aún cuando se trata de un asunto que preocupa, como es la seguridad alimentaria. Es absolutamente improcedente que no se disponga en general de la más mínima información acerca de qué latas o envases alimentarios pueden contener bisfenol A.
El bisfenol A (BPA por sus siglas en inglés) ha sido relacionado con diferentes problemas de salud, como alteraciones en el sistema reproductor, alteraciones sobre el cerebro y el comportamiento, alteraciones en el sistema inmunológico, etc.
El investigador Nicolás Olea de la Universidad de Granada, que estuvo presente en la presentación de los resultados de la encuesta, subrayó que “todos tenemos bisfenol A en nuestro cuerpo y nos llega sobre todo a través de la alimentación, porque este compuesto tóxico pasa de las latas a los alimentos y los contamina. Puede ser perjudicial incluso a concentraciones tan bajas que es prácticamente imposible establecer un nivel seguro de exposición. Las mujeres y los bebés están muy expuestos, porque el bisfenol A pasa a la leche materna; pero es que también atraviesa la barrera placentaria, por lo que la población hoy en día ya nace contaminada por este tóxico. Por lo tanto, nadie está exento de riesgo y lo único que se puede hacer es prohibir totalmente el bisfenol A en envases de comida y bebida”.
El bisfenol A ha sido asociado a incrementos de riesgo de padecer obesidad, abortos involuntarios, partos prematuros, disminución de la fertilidad, alteraciones tiroideas, alteraciones del sistema inmunológico, cáncer de mama o de próstata, etc. En vista de la creciente evidencia científica disponible, ya se ha comenzado a restringir su uso en distintos países. En la Unión Europea se ha eliminado de los biberones, y Francia ha dictado una ley que lo prohíbe en todo tipo de envases en contacto con alimentos. Sin embargo, en España no existe ninguna legislación al respecto.
En 2013, la campaña Hogar sin Tóxicos hizo llegar al Gobierno español y a las fuerzas políticas una petición formal para que se prohibiese urgentemente esta sustancia en envases alimentarios. A consecuencia de ello, se han presentado varias proposiciones no de Ley y otras iniciativas parlamentarias, pero el asunto aún no ha sido debatido en Comisión ni se ha adoptado ninguna medida satisfactoria.
Desde la campaña Hogar sin Tóxicos, con motivo de la presentación de los resultados de la encuesta, se hizo notar que “El Gobierno tiene que velar por la salud de los ciudadanos. Una parte del sector ya se está moviendo hacia la eliminación del bisfenol A y la administración debe regular este proceso y establecer garantías de que las nuevas sustancias que se empleen en su lugar son seguras para la salud”.

 

ZONA ROJA Y ZONA VERDE

El informe de la Fundación Vivo Sano y Hogar sin tóxicos se basa únicamente en las declaraciones voluntarias de las empresas, por lo que su objetivo no es ser una guía de compra para el consumidor, sino más bien hacer un dibujo de la situación a la que se enfrentan, conscientes o no, los ciudadanos. Para ello, las 101 empresas encuestadas han sido situadas, en función de sus respuestas, en tres zonas: roja, amarilla y verde.
La zona roja engloba a las empresas que no aportaron información, o bien que defienden la seguridad del bisfenol A, o que se escudan en que la ley no prohíbe esta sustancia; en esta zona hay un total de 83 empresas. La zona verde incluye a las empresas que afirman no utilizar BPA, estar en proceso avanzado de sustitución o al menos estar estudiando el asunto: 15 empresas. Hay también una zona amarilla, donde se ha incluido una empresa cuya respuesta no clarifica suficientemente su postura sobre el BPA.
Desde la campaña Hogar sin tóxicos se espera que este informe sirva para despertar conciencias. Para que los ciudadanos empiecen a moverse y exijan que se respete su derecho a ser informados; para que las empresas sean conscientes de que existe una preocupación sobre la seguridad alimentaria y actúen en consecuencia; y para que el Gobierno tome las riendas en este asunto y regule todo lo referente al bisfenol A. Francia ya ha prohibido por ley el bisfenol A en envases alimentarios y la Fundación Vivo Sano, a través de Hogar sin tóxicos, insta al Gobierno español a seguir su ejemplo.
Mientras tanto, la Fundación Vivo Sano y Hogar sin tóxicos han vuelto a reclamar a las autoridades distintas medidas encaminadas a proteger la seguridad alimentaria de los consumidores, como sancionar a las empresas que se resistan a facilitar este tipo de información cuando se les solicite, así como obligar a las empresas a etiquetar sus productos informando de la presencia o no de bisfenol A y, en caso de haber sido sustituido, sobre las sustancias alternativas elegidas.
Autor: Carlos de Prada
Fuente: www.hogarsintoxicos.org
Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº7

18 Sep, 2017 - Persona sana, Revista, Tóxicos y entorno saludable

Redes WiFi, router y dispositivos inalámbricos

17 Sep, 2017 - Revista, Tóxicos y entorno saludable

La Medicina Ambiental va a ser en el siglo XXI lo que representó la microbiología y la lucha contra las enfermedades infectocontagiosas para el siglo XX. No es un deseo, es lo que creo firmemente. Y quien va a provocar este cambio –ya estamos en ello–, no será tanto la propia medicina –aunque hay numerosos grupos que trabajan en este campo y empiezan a trasladarlo a la práctica clínica-, como lo es la conciencia medioambiental de los ciudadanos y de sus grupos organizados.

La higiene es el conjunto de conocimientos y técnicas que aplicamos para el control de los diferentes factores que ejercen o pueden ejercer efectos nocivos sobre nuestra salud, y en la actualidad estos factores también pueden ser de naturaleza electromagnética. ¿Pero sabemos qué podemos hacer cada uno de nosotros para mejorar la calidad del ambiente electromagnético en nuestras viviendas sin ser un experto?

Pues bien, hay una serie de observaciones que podemos incorporar en nuestras rutinas y que nos van a ayudar a minimizar la exposición a los campos electromagnéticos más habituales a los que podemos estar expuestos en nuestro hogar, y especialmente en nuestros dormitorios, donde este factor puede tener mayor incidencia en nuestra salud y calidad de vida.

En la práctica vengo observando que la mayoría de las veces cuando hablamos de contaminación electromagnética casi todo el mundo tiene en la cabeza el router WiFi y los diferentes dispositivos asociados a esta tecnología inalámbrica. En este artículo veremos qué debemos saber y qué podemos hacer por nosotros mismos ante los potenciales riesgos de una exposición elevada a la contaminación electromagnética generada por el uso de esta tecnología tan extendida en nuestros hogares y lugares de trabajo a día de hoy.

Al contrario de lo que solemos creer, el router WiFi no suele generar las emisiones más potentes que normalmente encontramos en una vivienda, pero cuidado, a poca distancia del lugar donde trabajamos y especialmente en el que dormimos, puede tener la misma influencia en el ambiente que el provocado por una antena de telefonía móvil instalada frente a nuestra vivienda, es más, puede llegar a equipararse a una conversación por teléfono móvil, sin olvidar que si estamos expuestos durante toda la noche se tratará de una conversación de entre seis y ocho horas diarias, y además durante el momento biológico más susceptible a la exposición a un campo electromagnético artificial, que siempre será durante el periodo de sueño.

QUÉ DEBEMOS SABER

El routher WiFi debería apagarse todas las noches, pero además, durante el tiempo que lo tenemos encendido es importante poner distancia. Cuantas veces podemos encontrar trabajando en la misma mesa al router y a su dueño, con una conexión inalámbrica de solo 30 centímetros. Una distancia adecuada debería superar los cuatro metros entre el router y nosotros. A esa distancia los niveles de emisión nunca podrán superar los valores recomendados como seguros por referentes científicos más exigentes, como los descritos por el equipo del Bioinitiative Report, del panel científico de Seletum, o las recomendaciones de la conferencia internacional de Salzburgo (0,1 microwatios/cm2).

Además, si trabajamos cerca del router podemos apagar la función WiFi y conectarnos mediante un cable de red (cero emisiones). Y si precisamos temporalmente utilizar un dispositivo que solo puede conectarse inalámbricamente como es el caso de una tablet, podemos activar momentáneamente el router WiFi y desconectarlo cuando ya no sea necesario, de esta manera reducimos los niveles de exposición a unas pocas horas a la semana, mientras que con el uso convencional que se suele hacer del router WiFi la emisión es de veinticuatro horas del día. Sin olvidar que habitualmente el router no se apaga jamás, y claro, hasta que lo cambiemos por el siguiente modelo estará encendido durante años. Es importante saber que las diferentes respuestas biológicas por exposición al campo generado por un router WiFi u otras fuentes de contaminación electromagnética no solo dependen de la potencia o la intensidad de emisión de la fuente, también es importante el tiempo acumulado de exposición, sobre todo durante los periodos más sensibles del día, durante el sueño.

Y es que igual que sucede con la calidad de los alimentos que por su naturaleza pueden llevarnos a desarrollar, por ejemplo, una hipercolesterolemia, sabemos que esta enfermedad no vendrá solo por haber ingerido una gran cantidad de grasas saturadas unas pocas veces al año, sino más bien de la ingestión regular de estas grasas incorporadas en nuestra dieta casi a diario y durante muchos años. Así es como suele incidir en nuestra salud la exposición cotidiana a elevados niveles de contaminación electromagnética, igual que si de un mal hábito nutricional se tratara. De ahí la necesidad de mantener una buena higiene en el uso diario de dispositivos e instalaciones que generan campos electromagnéticos artificiales en nuestro entorno.

Otra consideración importante en el buen uso de la tecnología WiFi también implica los diferentes dispositivos conectados al router. Pues bien, nos será muy útil conocer que las emisiones de los aparatos que conectamos a una red WiFi solo actúan en el momento de introducir una búsqueda en el navegador de internet y solo durante el tiempo de descarga de la página seleccionada, consecuentemente el tiempo de emisión del dispositivo (ordenador, tablet, smartphone, etc.) siempre será muy reducido en comparación con el router que siempre está emitiendo con objeto de mantener la red disponible y localizable para cualquier dispositivo. Además, normalmente un ordenador de mesa o un portátil, por el modo en el que solemos utilizarlos suelen encontrarse lo suficientemente alejados de las personas que lo están utilizando como para no superar los valores establecidos como seguros por los referentes científicos anteriormente mencionados. Lo más importante es evitar siempre las emisiones del router, y para ello aplicaremos distancia o cable de red.

En cuanto al uso de tablets y smartphones, que no pueden conectarse a internet mediante cable de red, pues solo disponen de conexión inalámbrica vía red móvil o vía WiFi, en relación a su conexión vía WiFi y si trabajamos mucho con estos dispositivos mejor sería colocarlos sobre una mesa y no llevarlos pegados directamente al cuerpo, pues observamos que por la ergonomía del uso de estos dispositivos normalmente solemos manejarlos cerca de órganos sensibles a las emisiones que generan, y por la misma razón no olvidemos prestar especial atención a las mujeres embarazadas. Y es que a día de hoy existen suficientes estudios sobre las influencias nocivas de la exposición a las radiofrecuencias en la banda de microondas (WiFi, teléfonos móviles, teléfonos inalámbricos) durante el periodo de gestación y el desarrollo de diferentes patologías durante el embarazo y posteriormente durante el desarrollo del niño en la infancia y la preadolescencia.

Existen prendas en forma de fajas, bandas abdominales o mantas, que incorporan tejidos de blindaje especialmente pensadas para cubrir el vientre de la madre durante el tiempo de embarazo y así proteger al futuro bebé. Si no podemos prescindir del uso de los dispositivos inalámbricos por nuestras necesidades laborales siempre podemos utilizar una prenda de blindaje como protección y prevención.

Y en el caso de los lugares más sensibles, como pueden ser los colegios donde en la actualidad los niños requieren acceso a internet para su educación, es de suma importancia proveer a los alumnos de dispositivos adecuados para realizar sus tareas y acceder a internet. Es muy importante que los ordenadores de acceso a las tareas y a la red dispongan de conexión por cable, minimizando al máximo la exposición de los niños a cualquier fuente de radiación electromagnética en aplicación del principio de precaución para un grupo de población extremadamente sensible por el estadio de desarrollo en el que se encuentra.

Sería un gran avance orientar a los padres y profesores para que puedan educar a sus hijos y alumnos en el conocimiento de estos nuevos factores de riesgo, incorporándolos sencillamente a otros hábitos saludables de vida como son la higiene personal, el ejercicio físico o la nutrición saludable y equilibrada.

RECORDEMOS

El router WiFi y los dispositivos que interactúan con él, como los ordenadores, tablets o smartphones, pueden formar parte de nuestro entorno siempre que los utilicemos adecuadamente, por lo que recordamos que siempre tendremos en cuenta la conexión por cable de red en primer lugar, aplicaremos distancias adecuadas de más de cuatro metros al router, desconectaremos los dispositivos durante la noche y los periodos en los que no necesitamos estar conectados, igual que apagamos el ordenador o la televisión cuando no se están utilizando. Reduciremos los tiempos de exposición directa al uso de los diferentes dispositivos inalámbricos conectados mediante la red WiFi de nuestro entorno. Si usamos una tablet en vez de un ordenador de mesa para trabajar varias horas al día, mejor disponer la tablet sobre una mesa, y mejor aún con un teclado conectado por cable desde el micro USB evitando conectarlo inalámbricamente mediante bluethooth. Y en los casos más sensibles, como es el de los niños en la escuela o durante los periodos de gestación, evitaremos la exposición inalámbrica a los dispositivos WiFi mediante conexiones por cable de red en las escuelas, y durante el embarazo utilizaremos la protección mediante tejidos de blindaje como el que incorporan las mantas para la protección del bebé.

 

Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº5

17 Sep, 2017 - Revista, Tóxicos y entorno saludable

  • « Go to Previous Page
  • Go to page 1
  • Interim pages omitted …
  • Go to page 9
  • Go to page 10
  • Go to page 11

Footer

Sobre nosotros

Fundación Vivosano

Vivir más felices, más tiempo, en mejor estado de salud y en lugares sanos

Mapa web

  • Quiénes somos
  • Qué hacemos
  • Colabora
  • Contacta
  • Política de privacidad
  • Aviso legal

Destacado

  • Persona sana
  • Entorno sano
  • Sociedad sana
  • Vídeos
  • Revista Vivo Sano
  • Eventos

Contacto

  • Corazón de María 80, 28002 Madrid
  • +34 912 999 411
  • contacta@vivosano.org

Fundación Vivosano © 2021 · Diseño y desarrollo GlopDesign.

Al interactuar con la web autorizas la descarga de cookies analíticas de terceros para obtener información estadística sobre los accesos y usos de la web. Puedes ver más información sobre nuestra política de cookies aquí. Acepto
Privacy & Cookies Policy

Privacy Overview

This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these cookies, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may have an effect on your browsing experience.
Necesarias
Siempre activado

Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.

No necesarias

Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.