El bullying cada día está más presente en los medios de comunicación y por ello se ha generado más consciencia social. Actualmente vemos en la televisión muchos casos de denuncia de niños y familias porque sus hijos están siendo atacados sin razón aparente. Es una forma de sacar a la luz un problema que sufren unos pocos, pero que en realidad es un problema de todos.
El bullying es en realidad algo que siempre ha existido y que desgraciadamente no pertenece exclusivamente a la esfera escolar. Aunque denominado de otra forma, es un tipo de abuso que puede ocurrir en todas las relaciones entre personas cuando una de ellas tiene unas circunstancias personales que le hacen abusar de su poder. Esto, por lo tanto, también pasa en las relaciones de trabajo, entre familiares, en parejas y en todas las relaciones personales que podamos imaginar.
El bullying en esencia no es más que el resultado de un dolor, un dolor originado en el pasado y cuyo origen puede venir de mucho más atrás de la vida del mismo perpetrador, que busca una escapatoria en su víctima. El niño que abusa de su poder y le quita el bocadillo a otro más pequeño, necesita hacerlo para materializar un dolor que no sabe gestionar, una tristeza, una rabia, una ira o una frustración que él sólo no sabe resolver. El jefe que abusa de un trabajador lo hace porque tiene un problema que no sabe cómo solucionar, y como si se tratase de una pelota de fuego la pasa. El problema con este dolor sin resolver, que se materializa en una especie de “pelotas de fuego”, es que, aunque las pasemos a otro, las pelotas no se van o se disuelven, es más, si las pasamos lo único que conseguimos es continuar perpetrando y aumentando el círculo de dolor.
Lo opuesto al dolor es el amor, y es esto lo que tenemos que utilizar si queremos disminuir el bullying en los colegios, el maltrato en las parejas, o el abuso de poder en los trabajos. La solución del abuso de poder debe partir de una comprensión completa de que la primera víctima que existe en estos casos es el propio ejecutor, y que tanto él como la víctima necesitan ayuda. Una forma sencilla y práctica que se está introduciendo en las escuelas para evitar el bullying son los cursos de inteligencia emocional, donde se enseña a los niños a comprender, comunicar y gestionar de forma saludable sus emociones, y a potenciar la empatía, la escucha y el cariño hacia los demás apreciando las diferencias culturales, de sexo, raza o religión.
Para ser más conscientes del problema del bullying debemos analizar las emociones del perpetrador. Los que abusan de otros suelen ser personas cuyo potencial está limitado por emociones negativas como la insensibilidad, la ansiedad, el apego, la inseguridad, el pesimismo, la tristeza o la ira, y debemos saber que los niños cuando nacen no nacen con estas emociones. Por lo tanto, nos debemos preguntar: ¿qué circunstancias ha debido vivir el niño que abusa de otros para sentir lo que siente? Si un niño no recibe atención en casa, si siempre se le critica, se le pega y se abusa de él a la fuerza, ese niño, al no tener herramientas de gestión emocional y, probablemente, nadie con quien hablar, se sentirá desprotegido y comenzará a sentir unas emociones que le superarán. Al no poder gestionarlas, las emociones a veces se manifiestan en una energía de abuso. El que abusa es que ha sido abusado, el que pega es que ha sido pegado y así sucesivamente. El abusar de su poder frente a los más débiles no soluciona sus problemas, pero si no tiene herramientas de gestión emocional, le servirá temporalmente de “desahogo” de esas emociones en un intento de “deshacerse” de ellas.
El aprendizaje de inteligencia emocional en las aulas enseña a los niños a entender que el sufrimiento debe ser resuelto a través de la observación, la comunicación y la correcta gestión de la emoción.
Cuando tengamos un problema, lo mejor es hablarlo con la persona que nos hace daños, y si no funciona, con otros adultos, profesores, tutores, orientadores o psicólogos. Los niños, nos comentan los padres y tutores, están consiguiendo unos resultados extraordinarios. Niños que antes no atendían en clase, ahora lo hacen, niños que se peleaban ahora juegan juntos, niños que estaban excluidos del grupo ahora son bienvenidos y así un largo etcétera.
La aplicación de la inteligencia emocional en general permite que se genere más armonía entre los alumnos y los profesores, una mejora en la consecución de los objetivos académicos, un mayor respeto hacia la diversidad, padres más atentos, profesores más comprensivos y mejores comunicadores, niños más tranquilos, más respetuosos con los demás, más compasivos y empáticos con sus problemas, más generosos, con más capacidad de trabajar en equipo, con mayor capacidad de concentración y, sobre todo, mejores gestores de sus emociones.
Las prácticas para frenar el buylling pueden incluir experiencias artísticas (pintura, escultura, baile, teatro, etc.), ejercicios de concentración y movimiento expresivo, meditación y juegos en equipo. Una práctica común que solemos aconsejar a los niños es que cuando estén en casa tristes, enfadados o nerviosos, vayan a su cuarto, observen sus emociones, las identifiquen y les pongan un nombre, las acepten, no se juzguen y respiren. Así dejan que exista la emoción, la reconocen y se tranquilizan. Si pueden, es bueno hablar con alguien de confianza sobre cómo se sienten para poder aceptarla y entender mejor la situación que les generó ese dolor.
De momento estamos trabajando a nivel extraescolar y hemos introducido la inteligencia emocional durante el horario lectivo. Nuestra visión es que la inteligencia emocional se imparta como materia escolar. Si lo conseguimos, y pasa a ser una asignatura obligatoria, no sólo conseguiremos erradicar el bullying de los colegios, si no que lógicamente formaremos adultos más equilibrados, que no abusarán de su poder en sus relaciones personales ni profesionales, una generación de padres más equilibrados y amorosos con sus hijos y una sociedad más cohesionada y unida través de la serenidad, el cariño y la buena comunicación.
IRINA DE LA FLOR, Directora Lo Mejor de Mí
Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº14
La Fundación Vivo Sano, a través de su proyecto Lo Mejor de Mí, imparte Cursos de Inteligencia Emocional para padres, alumnos y profesores para dar herramientas a todas las personas del ámbito educativo, que les permita conocer, comunicar y gestionar sus emociones de forma óptima y con ello potenciar la empatía, el trabajo en equipo, la compasión y el respeto hacia los demás.