El contexto actual de crisis a nivel político, económico y medioambiental evidencia la necesidad de un cambio paradigmático. Además, nos encontramos con un creciente número de personas infelices e insatisfechas con sus vidas. Ante tal situación, Buen Vivir se presenta como una alternativa única de desarrollo sostenible y una filosofía de vida que nos acerca a la felicidad auténtica.
La expresión “buen vivir” viene de los términos indígenas Sumak Kawsay (en quechua) y Suma Quamaña o Suma Qaman (en Aymara). No obstante, el significado de tal expresión va mucho más allá de la traducción lingüística al español. Hace referencia a una vida en plenitud, armonía y equilibrio entre las personas, la comunidad y la Madre Tierra. Apunta a la idea del bien común y sugiere una relación estrecha y armónica entre el ser humano y la naturaleza, que también posee derechos. Implica cosmovisiones indígenas sobre el equilibrio del todo, una visión cíclica del paso del tiempo y una noción del todo conectado e interrelacionado. Esto significa que todos los seres formamos parte de la naturaleza y todos somos interdependientes en tanto que existimos a partir del otro.
Se trata de un viejo y nuevo paradigma, en tanto que radica en una filosofía ancestral de pueblos originarios andinos y amazónicos que fue recuperada y adoptada por activistas políticos afiliados a movimientos indígenas. A día de hoy se promueve como una alternativa ética al estilo de vida y desarrollo convencional.
Es indiscutible que el modelo vigente de desarrollo basado en un progreso lineal tiene grandes limitaciones, especialmente por agotar los recursos de la naturaleza y perpetuar la creciente desigualdad social. Los problemas globales se reflejan también en crisis personales y problemas psicológicos, como el estrés o la ansiedad. Esto tiene una estrecha relación con la cuestionable creencia de que el crecimiento de la economía y la acumulación de bienes materiales es el camino para la felicidad.
Mientras que las crisis internas son necesarias para cuestionarnos el sentido de nuestras vidas, estas crisis no están sirviendo para la introspección constructiva y el crecimiento personal. Es común que muchas de estas personas sean conscientes de las limitaciones del sistema actual, pero desconozcan la existencia de otras alternativas como Buen Vivir o se mantengan reticentes al cambio. Lo cual es más complejo si tenemos en cuenta que el modelo actual promovido por la Modernidad ignora y deslegitima cualquier entendimiento no convencional, buscando homogeneizar las formas de conocimiento y prácticas culturales.
Estas limitaciones del modelo actual de desarrollo se han visto reflejadas en el surgimiento en Occidente de diferentes alternativas de desarrollo en el ámbito académico y político. Desafortunadamente muchas alternativas perpetúan el sistema al provenir de corrientes que eran modeladas por el pensamiento antropocéntrico colonial en detrimento de la sabiduría de los pueblos originarios. Por ello, Buen Vivir puede ser entendido como una alternativa a la alternativa de desarrollo y modo de vida.
¿Por qué decimos que es una alternativa única al desarrollo y en qué consiste? No se trata de una propuesta académica ni política, sino de una filosofía de vida ancestral inspirada en cosmovisiones indígenas; es decir, la forma de ver y entender el mundo de los pueblos originarios. Ofrece la posibilidad de aprender de prácticas, valores y realidades existentes en un contexto actual donde prima la civilización capitalista. Incluye propuestas, entre otras, de ecofeminismo, permacultura, economía circular y decrecimiento.
Su carácter único radica en un entendimiento diferente de lo que es el “progreso” y el “desarrollo”. En la filosofía de Buen Vivir no existe la visión moderna del progreso lineal ni las concepciones estrictamente dicotómicas, como, por ejemplo, de estar desarrollado o subdesarrollado. No se percibe que el camino de los países desarrollados sea modelo a seguir hacia el bienestar. La noción de desarrollo es un concepto integral, mas allá de lo económico, y en continua construcción. Incluye desarrollo humano, de la consciencia, espiritual, cultural… Del mismo modo la percepción de la riqueza o pobreza no viene determinada por la acumulación o carencia material.
Frente al individualismo, el consumismo y la competencia extrema, se promueve una vida en comunidad, sin excesos y teniendo en cuenta los límites biofísicos de la naturaleza. La racionalidad, especialmente la racionalidad económica, deja de ser la única guía que conduce las acciones humanas. El uso de la razón se equilibra con acciones guiadas por la ética, la espiritualidad y los valores puramente humanos.
Traducido a la cooperación al desarrollo de los países del Norte Global a los países del Sur Global, Buen Vivir se plantea como una alternativa al modelo paternalista de cooperación al desarrollo practicado por Occidente. Un modelo que durante décadas ha demostrado no ser efectivo ni haber reducido la pobreza a pesar de las extensas ayudas de todo tipo implantadas.
Todo ello no implica ignorar los conflictos sociales y la inequidad, ni tampoco obstaculizar valiosos adelantos tecnológicos de la humanidad. En la filosofía de Buen Vivir, nada es blanco ni negro, no hay espacio para las dicotomías sino para el equilibrio y la reconciliación. Lo individual y lo colectivo coexisten de forma armoniosa, hay una búsqueda del bien común y la economía que sigue funcionando, pero respetando la naturaleza.
Este respeto es posible gracias a uno de los fundamentos principales de Buen Vivir: su enfoque biocéntrico de derechos. Frente a los tradicionales derechos antropocéntricos, se propone una perspectiva de justicia ecológica, donde todos los seres terrestres, al ser parte del mismo cosmos, poseen derechos. La integración de las cosmovisiones indígenas, en concreto la noción fundamental de la interdependencia de todos los seres vivos, humanos y no humanos, lleva a una articulación de una política que va más allá de lo humano. Desafía la brecha tradicional que separa los conceptos de naturaleza y humanidad; es decir, el entendimiento moderno de que los humanos y la naturaleza somos entes separados e independientes.
Existen otros aspectos donde es más clara la relevancia de las creencias místicas y espirituales de las cosmovisiones indígenas. Buen Vivir tiene una estrecha relación con la noción de Pachamama. Traducido como ‘Madre Tierra’. Pachamama era la diosa para los incas que velaba por la tierra, la fertilidad y la cosecha, y que, a día de hoy, sigue siendo venerada por varias comunidades indígenas. Actualmente algunos conflictos que han tenido lugar entre empresas extractivas y activistas medioambientales en Perú o Bolivia han surgido por la creencia popular de que la tierra tiene su nombre y su espíritu.
Tal conexión abstracta entre los habitantes y la tierra se ha visto reflejada en sus prácticas históricas de desarrollo. Los incas generaron un extenso conocimiento a través de observaciones astronómicas y cosmológicas. Un ejemplo de la materialización de este conocimiento se encuentra en el diseño de la distribución geo gráfica del valle del Cuzco o en calendarios que se usaron a la hora de fijar las fechas de la siembra y la cosecha. La disposición geográfica de las ciudades basada en esferas celestes se conoce como el sistema de Ceques del Cuzco. Se cree que la estructura de la esfera celeste en la cosmología inca fue utilizada, además de para la experimentación agrícola, para representar y justificar jerarquías políticas y sociales.
El uso de observaciones cosmológicas para la producción de alimentos o la construcción de ciudades, podría ser una yuxtaposición a lo que en el mundo occidental se entiende como desarrollo. Incluso en la actualidad, algunos pueblos quechua de los Andes observan la constelación Qullca (Plé- yades en la cultura occidental) para llevar a cabo sus prácticas agrícolas.
A pesar de su carácter aparentemente utópico y ambicioso, es importante tener en cuenta que una alternativa al desarrollo no pretende ofrecer una solución inminente y absoluta que sustituya el modelo actual. No obstante, estos fundamentos teóricos de los derechos de Pachamama y la filosofía de Buen Vivir ya están siendo materializados en el panorama político y económico de Sudamérica.
Buen Vivir ha sido introducido por Ecuador, Bolivia y Perú. En 2008, el gobierno de Ecuador incluyó en su constitución los derechos de Pachamama y estableció un nuevo régimen de medidas para garantizar la viabilidad de Buen Vivir. En Bolivia, el énfasis se ha puesto en la reconstrucción del estado-nación para proporcionar una base para la ética de la plurinacionalidad. Esto significa que la cosmovisión indígena ha sido incorporada en la constitución y ha dado forma a los derechos culturales, de tierras y de recursos naturales. En el caso peruano la extensión de la retórica de Buen Vivir está facilitando un espacio de discusión entre los pueblos indígenas y el estado. Asimismo, la visión de respeto hacia la Madre Tierra está abriendo diálogos para la transición del extractivismo hacia prácticas de sostenibilidad.
En definitiva, la implementación de Buen Vivir en países andinos está ofreciendo una plataforma para que los pueblos indígenas avancen en sus derechos colectivos; así como estableciendo precedentes favorables para la implementación de nuevos enfoques sostenibles de desarrollo. La progresiva implantación de aspectos de este modelo a nivel institucional, nos demuestra la posibilidad de una filosofía de vida alternativa que puede ser aplicada por todos en el ámbito personal en Occidente.
EVA GÓMEZ MARCOS
Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº20