Los beneficios en la salud de los nutrientes esenciales: omega 3, magnesio y vitamina D

Los beneficios en la salud de los nutrientes esenciales: omega 3, magnesio y vitamina D

Actualmente, debido a las prácticas de agricultura y otros factores, tenemos déficit de algunos nutrientes esenciales para poder tener una buena salud. Estos nutrientes son, principalmente, omega 3, magnesio y vitamina D.

Tabla de contenidos

Omega 3

Los ácidos grasos son muy importantes en la etapa de desarrollo infantil, ya que contribuyen al buen funcionamiento del corazón, cerebro y ojos. El omega 3 se adquiere tanto de fuentes animales como vegetales, pero hay una gran confusión cuando se trata de qué tipo debemos tomar para obtener los mejores beneficios. 

Los animales marinos proporcionan el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), que poseen efectos protectores sobre el corazón. Por otro lado, el lino, la chía, el cáñamo y otros alimentos, proporcionan el ácido alfa-linolénico (ALA). La mayoría de los beneficios para la salud, vinculados con las grasas omegas 3, están relacionados al EPA y DHA de origen animal, no al ALA de origen vegetal, aunque también lo necesitamos. 

Los ácidos grasos omega 3 eicosapentaenoico (EPA) y docosahexanoico (DHA) son quizás los complementos alimenticios más estudiados por la creciente evidencia de sus efectos benéficos para la salud. El ácido docosahexaenoico (DHA) es un componente estructural de las membranas especialmente en el sistema nervioso central. 

Su acumulación en el cerebro fetal tiene lugar principalmente durante el último trimestre del embarazo y continúa en niveles muy altos hasta el final del segundo año de vida. Dado que la formación endógena de DHA es relativamente baja, su suplementación puede contribuir a generar condiciones óptimas para el desarrollo del cerebro. También se han utilizado en el embarazo con la intención de disminuir la incidencia de diabetes gestacional y depresión post-parto, y para mejorar las funciones visuales, como la agudeza visual y la percepción de los colores del bebé. 

El cerebro humano está compuesto en un  60% de grasa, la cual forma parte de las membranas de las células nerviosas y de la mielina, la capa que cubre las neuronas. Algunas grasas son producidas por nuestro organismo, pero existen otras que no las podemos sintetizar y que debemos consumirlas en la dieta, como los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga omega 3, razón por la cual se les denomina ácidos grasos esenciales. Uno de los más importantes es el DHA. La participación de los ácidos grasos omega 3 en el desarrollo humano empieza desde el embarazo. 

Una gran cantidad de DHA va al feto para la formación de su cerebro desde el tercer trimestre del embarazo y continúa durante los cinco primeros años de vida. 

Se reconoce al  DHA  como un neuronutriente ya que se deposita principalmente en zonas muy importantes del cerebro, como son las encargadas de la visión, la atención y el aprendizaje, lo que contribuye a que las señales nerviosas sean más eficientes. Diversos estudios han corroborado que el consumo de DHA en la dieta, ya sea por medio de lactancia materna o con suplementación, es esencial para el desarrollo infantil ya que contribuye al desarrollo cognitivo y visual de los niños. 

Actualmente sabemos que una dieta baja en DHA trae consecuencias a corto y largo plazo, como retrasos en el desarrollo psicomotor, cognitivo y alteraciones en el sistema inmunológico. 

Frente a las dificultades generadas por la falta de atención y a los problemas de conducta derivados de ella, la respuesta profesional recomendada durante los últimos años se ha basado en consejos enfocados a reducir el exceso de actividad y el movimiento en los alumnos. En los casos más graves se ha recurrido a la medicación, siempre con el fin de atenuar los síntomas producidos, no tanto a resolver el problema. 

Lo cierto es que en los centros escolares estas orientaciones en la mayoría de los casos apenas consiguen resultados óptimos, por lo que cada vez resulta más necesario disponer de herramientas no farmacológicas que corrijan ciertos déficits de atención. 

El consumo de DHA en la dieta es esencial para el desarrollo infantil, ya que contribuye al desarrollo cognitivo y visual de los niños

Un estudio publicado en la revista científica Plos One en 2013 vinculó los niveles bajos de DHA con la mala lectura y con problemas de conducta y memoria en niños en edad escolar

Otro estudio publicado en el la revista biomédica American Journal of Clinical Nutrition, en agosto de 2013, evidenció que los niños que consumieron un suplemento de grasas omega 3 desde pequeños lograron mejores resultados en cuanto al aprendizaje de reglas, vocabulario y pruebas de inteligencia en edades comprendidas entre los 3 y 5 años. 

Investigaciones anteriores también encontraron niveles bajos de grasas omega 3 en los niños con trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y en comportamientos relacionados con dificultades de aprendizaje. Los omega 3 tienen un gran impacto en la salud cerebral ya que mantienen elevados los niveles de dopamina en el cerebro, aumentan el crecimiento neuronal en la corteza frontal del cerebro y mejoran la circulación cerebral. 

El EPA y DHA se utilizan en los siguientes casos

  • Apoyo a las funciones de aprendizaje y memoria. 
  • Apoyo en el desarrollo de la inteligencia. 
  • Apoyo en enfermedades neurodegenerativas. 

Los omega 3 aumentan el crecimiento neuronal en la corteza frontal del cerebro y mejoran la circulación cerebral

Según un metaanálisis publicado en el 2016 sobre el impacto de la suplementación con EPA y DHA en el embarazo y/o en la infancia, se pudo evidenciar que son capaces de mejorar el neurodesarrollo. En otra publicación de la revista Nutritional Neuroscienede 2017, se comparó el nivel de DHA en sangre con la ingesta de pescado. 

Se corroboró que el grupo que consumió más pescado tuvo niveles más altos de DHA. El grupo con ni veles bajos de DHA en sangre exhibió una conectividad funcional reducida en varias zonas cerebrales relacionadas con la atención. Estos datos sugieren que un nivel bajo de DHA en sangre puede afectar las redes de atención cortical en los niños que están en desarrollo. 

Otros beneficios de la suplementación de aceites de pescado

  • Puede disminuir hasta en un 50% el riesgo de morir en un evento cardiaco repentino. 
  • Puede ayudar a normalizar y regular los niveles de triglicéridos y colesterol. 
  • Puede favorecer el aprendizaje y el comportamiento de los niños. 

Existe una clara evidencia de que el DHA contribuye al adecuado desarrollo visual de los niños, según concluyó la EFSA (European Food Safety Authority). En este estudio se realizó una revisión de las asociaciones entre los niveles de DHA y el desarrollo del cerebro y la función a lo largo de la vida. La mayoría de los datos de estudios en humanos se refieren a la contribución del DHA al desarrollo óptimo de la agudeza visual y que puede tener efectos sobre el cerebro en la infancia. 

Los niveles de DHA pueden afectar el desarrollo temprano, durante la infancia y durante la vida adulta, lo que sugiere un papel del DHA en el deterioro cognitivo y podría estar en relación con los principales trastornos psiquiátricos. Un estudio recientemente publicado en la revista Journal of Public Health and Emergency, incluyó a más de 45.000 personas con un tiempo medio de seguimiento de 10 años, ha proporcionado nuevas pruebas de que los ácidos grasos omega 3 tienen un papel en la prevención primaria de la enfermedad coronaria. 

Estos hallazgos aportan una contribución muy valiosa sobre el papel de los ácidos grasos omega 3 en las enfermedades cardiovasculares y contribuye a apoyar las recomendaciones de consumirlos como parte de una dieta saludable. 

En 2008, la revista American Journal of Clinical Nutrition publicó tres estudios que investigaron el papel de los ácidos grasos EPA y DHA omega 3 en la población de edad avanzada. Las bajas concentraciones de EPA y DHA dieron como resultado un mayor riesgo de muerte por todas las causas, así como un deterioro cognitivo acelerado. 

Magnesio

El otro nutriente vital es el magnesio. Es un mineral que está relacionado con más de 300 enzimas diferentes que son responsables de: 

  • La creación de ATP (trifosfato de adenosina), que es la molécula de energía del cuerpo. 
  • La acción del músculo del corazón. 
  • La formación adecuada de huesos y dientes. 
  • La relajación de los vasos sanguíneos. 
  • La función apropiada del intestino. 
  • La regulación de los niveles de azúcar en la sangre. 

En algunos estudios se ha detectado una deficiencia de magnesio en el 80% de la población. El magnesio beneficia la presión arterial y ayuda a evitar otras enfermedades cardiovasculares. Una de las maneras de optimizar sus niveles es consumiendo vegetales orgánicos de hoja verde, nueces y semillas. 

Los alimentos con alto contenido de  magnesio incluyen las algas, el cilantro, las semillas de calabaza, el cacao en polvo sin azúcar y la mantequilla de almendras. Por la alta escasez de este mineral en la población y la dificultad de medir su deficiencia, es recomendable su consumo diariamente en forma de suplementación. 

Vitamina D3

El otro nutriente que debemos tener en cuenta es la vitamina D3, la cual obtenemos principalmente a través del sol. Aumentar la vitamina D3 en la población general, potencialmente ayudaría a prevenir las enfermedades crónicas que cobran cada año casi un millón de vidas en el mundo. La incidencia de varios tipos de enfermedades degenerativas también se podría disminuir a la mitad. 

Aumentar la vitamina D3 en la población general potencialmente ayudaría a prevenir las enfermedades crónicas

Quisiera recordar que la vitamina D3 puede ayudar a combatir las infecciones, como la gripe, ya que regula la manifestación de los genes que predisponen al sistema inmunitario para atacar y destruir bacterias y virus. Sentirse cansado y dolorido son síntomas comunes producidos por su deficiencia. 

Muchas personas son diagnosticadas con fibromialgia, fatiga crónica y osteoporosis, y sería interesante valorar en su caso la vitamina D3 en sangre, ya que éstos son signos clásicos de su deficiencia. Las investigaciones estiman que tenemos un 50% de deficiencia en la población general y la cifra podría ser de hasta un 70% en niños. 

Es especialmente importante revisar los niveles en sangre de vitamina D3 en invierno, pero incluso en verano puede existir deficiencia, entre otras razones por el uso de bloqueadores solares. También es interesante suplementar la vitamina D3 con la vitamina K2 ya que esta última se encarga de dirigir el calcio hacia donde lo necesitamos (huesos) y no en sitios inadecuados como es en los vasos sanguíneos. 

Autor: Jorge Enrique Ángel

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